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martes, 18 de enero de 2011

Capítulo 5: Extraño y Curioso


Capítulo 5: Extraño y Curioso

En determinado momento dejé de oír las voces de mis amigos, dejé de verlos, el dolor de mis huesos era demasiado insoportable para alcanzar a ver o escuchar algo, muchas veces perdí el conocimiento, y era mucho mejor cuando eso pasaba, porque no podía sentir mi torturado cuerpo. Tuve turbadores sueños, pesadillas y alucinaciones tal vez. Podía oír remotas conversaciones y bisbiseos, mas no podía entenderlos, lo único de lo que estaba consciente era de que Damien continuaba a mi lado, como había prometido, no se había movido y continuaba aferrado a mi mano.
Yo podía recordar vagamente que entre mi agonía les había pedido a todos numerosas veces que terminaran con mi vida, que me asesinaran, que me anestesiaran, les rogaba que hicieran algo por mí.
Ellos aguardaban al anochecer a mi alrededor, podía ver a los chicos como sombras transitando delante de mí, por alguna razón esperaban impacientes a que oscureciera, con sus vistas atentas en el gran reloj del salón.
En mi estado, era incapaz de hablar, o moverme, o hacer algo más aparte de apretar débilmente la mano de Damien. El ambiente estaba frío, mi cuerpo trémulo congelándose, mi piel más gélida que un iceberg. Inclusive cuando una formidable montaña de edredones me cubría por completo.
–Ya es hora, debe estar por empezar su cambio, hay que atarla –decía Eustace en alguna parte de la oscuridad.
Varias manos se movieron sobre mi cuerpo, sentí gruesos grilletes con cadenas cerrándose en mis muñecas y tobillos.
–¿Si ella sobrevive al anochecer significa que va a ponerse bien? –oí que interrogaba mi hermano.
–Tú pasaste por esto antes, deberías saberlo –contestó Eustace, sabía que estaba muy cerca de mí, porque sentía el calor de su cuerpo y su respiración.
–Lo siento, no pude tomar notas, creo que estaba muy ocupado gritando y eso –rebatió Colin.
Cuando casi estaba comenzando a acostumbrarme al dolor, éste se incrementó, mi garganta soltó un quejido débil, me retorcí forzando las cadenas, un vivo ardor se extendió por mi espina dorsal, traspasó mi mandíbula y dientes e hirió las retinas de mis ojos, cegándome por completo.
Inesperadamente había algo escurriéndose por mi espalda, sabía que era sangre, sentí algo brotando de mi espalda, algo que me molestaba al recostarme y que cortaba mi piel para abrirse paso, como si cientos de agujas salieran de mi cuerpo en esa área.
Un sabor cobrizo traspasó mi lengua, más sangre, en mi boca, que se sentía prensada, dolorida, tuve impulsos de querer morder, y hambre, mucha hambre demoledora y devastadora.
–Co… mida –pedí entre lamentos y sollozos.
Mi estómago gritaba por comida.
Alguien sujetó mi cara y vertió algún tipo de bebida amarga en mi boca, la escupí, porque sabía fatal. Era Eustace quien me sostenía el rostro, y una vez más intentó vaciar el contenido en mi boca, sólo que ahora no me permitió escupirlo, sus manos inmovilizaron mi mandíbula y no logré cerrar mi boca.
El sabor del brebaje era repugnante, sentí arcadas, mientras tanto algo dentro de mi boca parecía crecer.
Eran mis colmillos, a los cuales de pronto los sentí pinchándome, punzantes hendiendo mis labios e impidiéndome cerrar completamente la boca.
Con martirio despedí un último alarido, me sentí desfallecer y perdí el conocimiento.
Al despertar me sentí ciertamente incómoda y doliente, pero no era el mismo dolor de antes, eran simplemente las secuelas.
Todo se sentía extraño, todo se escuchaba más alto, a pesar de que nadie estaba hablando, podía oír los pasos resonando contra la alfombra, podía escuchar gotas de mi propia sangre salpicando al suelo, podía olfatearla con una inefable intensidad impregnando mi nariz, y estaba segura de que era mi sangre porque podía sentirlo por la manera en que olía.
Saboreé la sangre que todavía goteaba dentro de mi boca, ahora no sabía como la propia sangre, era como si comprendiera más de mil sabores que se disgregaban en mi lengua. Me arrellané entre un montón de plumas en las que estaba recostada, estaba tan atosigada, tan agotada y extenuada. Oí respiraciones, movimiento de ropa, olfateé millardos de olores asolapados en el espacio.
Desubicada, abrí mis ojos, y para mi sorpresa nada estaba opaco o poco distinguible, de hecho, sabía que era de noche y que estaba bastante oscuro, aun así podía verlo todo claramente, cada sombra, cada leve luz, cada línea que contorneaba cada objeto.
Nunca el mundo se había visto tan preciso para mí.
Mi cabeza me dolía a horrores con punzadas agudas, busqué a Damien, moviendo mis manos para encontrarlo donde debía haber estado, descansado al pie del sofá con su mano sosteniendo la mía. Sin embargo, él no estaba ahí, pero al instante su bello rostro se mostró justo delante del mío.
–¿Cómo te sientes? –dijo Damien con un volumen elevadísimo de su voz, al menos yo lo escuchaba así.
–Mal, muy mal –admití lanzando quejidos.
Damien retiró el cabello mi cara con sus dedos y colocó algo en mi mano, una empuñadura hecha de algún metal pesado, llegué a creer que era un cuchillo. No lo era, se trataba de la empuñadura de un espejo de mano. Llevé el artefacto hasta mi rostro, a escasos centímetros delante de mí atisbé una imagen extraña en el cristal.
–Eres tú –oí que decía mi hermano en alguna parte.
Parpadeé varias veces antes de comprender.
Era… yo. La imagen reflejada en el espejo era yo.
Nada de ojos negros como el azabache, o cabello oscuro y desordenado.
Observé el rojo carmesí del iris de mis ojos, mis pupilas negras enormemente dilatadas y mechones ondulados y dorados que caían por toda mi cara. Cuando mostré mis dientes me quedé petrificada, descubrí alargados y filosos colmillos despuntando de mi boca. Mi piel parecía mucho más lisa ahora, más brillante, más dorada, lozana. Era indescriptiblemente más hermosa de lo que alguna vez pude imaginar, cada línea de mi cara parecía haberse suavizado, y los rasgos atractivos parecían haberse perfeccionado, acrisolado y resaltado en mi rostro, como ese hoyuelo en mi mentón, el largo de mis oscuras pestañas, el tamaño de mis ojos.
Y entonces reparé en que no estaba echada sobre un gran almohadón de plumas. Eran mis alas, que sobresalían misteriosamente de alguna parte de mi espalda.
–Oh Dios mío –dije atónita.
Y me desmayé, de nuevo.
Al despertar por enésima vez todo se sintió mucho más normal, claro que, necesitaba darme un baño y tenía un hambre voraz que me consumía. Un hilillo de luz se filtraba por una ventana en la habitación, luz solar. El salón temático de Las Vegas estaba vacío, solamente quedaba yo en el sofá. Y Damien, lógicamente, quien no me decepcionó y se quedó conmigo.
Él se hallaba durmiendo entre un montón de sábanas y almohadas puestas en el piso sobre la alfombra. Sentí lástima de verlo así, su gran cuerpo lanzado en el frío suelo, su cabello desarreglado y un brazo reposando sobre sus ojos.
Estaba tan mareada que mover mi cabeza parecía un suplicio, mientras yo retiraba las sábanas de mi cuerpo advertí que Damien se movía, retiró el brazo de sus ojos y me miró esbozando una sonrisa pícara.
–Buenos días, preciosa. ¿Necesitas algo? –murmuró con voz ronca y sensual.
–Puede ser, comida, baño, tú sabes –le contesté y recordé el larguísimo día anterior, la terrible noche, la madrugada que pasé inconsciente.
Ni siquiera podía recordar qué partes habían sido un sueño y cuáles no. Le eché un vistazo a mi cabello, decepcionándome de que de nuevo fuera negro.
Damien bostezó ampliamente.
–Ve a darte un baño mientras yo hago el intento de cocinar para ti –me sugirió Damien–. Y no te decepciones del cabello, puede que vuelva a teñirse en cuanto haya luna llena. Ahora nadie tiene derecho a volver a llamarte niña.
Casi sonreí por eso.
–¿Por qué nunca me dijeron que pasar por la primera transición era tan horrible?
–Quizás porque no querían traumarte.
Al echarle una ojeada a mi cuerpo noté que tenía puesto aquel atuendo de cuero dorado luminoso cubriendo mi torso desnudo, la camisa de Damien que antes llevaba puesta estaba rasgada y hecha un ovillo en una esquina, y aquella prenda de cuero apenas cubría mis pechos, llegaba hasta un poco más abajo de mi cintura y dejaba mi espalda completamente descubierta, únicamente estaba atada en la parte trasera con unas finas cuerdas que mantenían la prenda en su sitio. Ésta me quedaba bastante apretada, se ceñía a mis curvas como si estuviese adherida a mi piel, y por otro lado, llevaba mis jeans deshilachados y mis calcetines de Hello Kitty.
Así vestida, o semi-vestida, parecía tener curvas que nunca antes había visto, al igual que cuando usé ese disfraz de diabla.
–¿No debería sentirme especial? No lo sé, pensé que después de esto iba a tener poderes o algo –dije mientras me incorporaba.
–Claro que no, todavía seguimos siendo los mismos chicos de siempre, humanos completamente normales que cazan fantasmas. La única manera de que seas poderosa es que estés en presencia de un Vanthe transformado en bestia –me aclaró Damien.
–¿Y siempre dolerá tanto?
–No, las próximas veces sentirás molestias dolorosas, pero nada como la primera vez –profirió levantándose del suelo.
–Como el sexo, cuando lo hice por primera vez dolió, después no –solté sin pensar una sola palabra de lo que dije. Damien no pudo evitar emitir una risita coqueta–. Sí, algún día aprenderé a quedarme callada.
–No lo hagas, me encanta cuando dices lo que piensas como si nadie estuviera escuchándote.
Luego de tomar un largo baño caliente, reconfortante y de burbujas, Damien me pidió que lo esperara en su habitación, ésta continuaba ligeramente desordenada, con sudaderas lanzadas al suelo, revistas revueltas en la cómoda, cables de sus consolas de videojuegos enredados, las sábanas de su cama deshechas.
Tan pronto me senté encima de su cama el olor de sus sábanas llegó a mis sentidos provocando deseo en mí. Damien entró a su cuarto con una bandeja de comida en la que había un vaso de zumo de naranja y tostadas horneadas aparentemente deliciosas.
A pesar de la comida, que se veía y olía deliciosa, lo único que podía admirar era a Damien, quien colocó la bandeja en la cama guiñándome un ojo.
–No es por presumir ni nada, pero las tostadas pasteleras son mi especialidad –alardeó con una mirada decididamente coqueta, cualquier chica en el mundo se derretiría al ser mirada con esos ojos, y yo no era la excepción–. Bien, realmente es todo lo que sé hacer, a excepción de algunas otras cosas, soy un experto poniéndole leche al cereal, también aprendí a preparar chili con carne. Con lo demás no he tenido mucha suerte, aunque creo que si alguien me enseñara a cocinar podría aprender mejor, ¿no crees? ¿Tú cocinas?
Me reí llevando comida a mi boca, la engullí y asentí con la cabeza.
–Desde que mamá murió he tenido que cocinar para mi hermano y mi papá, muchos años. Ellos son hombres, no tienen demasiado talento en la cocina, y ambos son machistas. Así que sí, sé cocinar –respondí–. Mm… esto está realmente delicioso, ¿no comerás? –prorrumpí, con mucha sinceridad. No sabía si era efecto del hambre, pero para mí aquella comida estaba exquisita.
–No, ya comí –me dijo él, alejándose.
Encendió el gran televisor de pantalla plana, se sentó en el suelo delante de su cama y cogió los controles inalámbricos del PlayStation 3 que se encontraban en el suelo.
Al degustar su comida me sentía satisfecha de una manera incomprensible, de tan solo imaginarme que me llevaba a la boca algo preparado por mi chico, con sus propias manos. Incluso si el sabor hubiese sido malo, el gesto de que cocinara para mí me llenaba de placer. Eran sólo tostadas, pero para mí era como un buen plato de langosta Termidor.
Dios sabía cuánto disfrutaba de cada bocado.
Y yo sabía cuán erótico podía ser cocinar.
–Es curioso, pero cada vez saboreo esta comida lo único que puedo imaginarme es a ti, mientras la preparabas. Tal vez desnudo, cubierto únicamente por un delantal –expresé casualmente, como si estuviese diciendo “eh, bonitos zapatos”.
Damien se volvió hacia mí en un movimiento veloz, giró su rostro bruscamente con una sardónica expresión en el rostro, alzando una ceja con audacia.
–Eres una niña atrevida, Ania –me atacó–. Cuando dices cosas como esa yo sólo puedo imaginarme que me deseas y que yo te empujo en la cama y comienzo a desvestirte.
Me sonrojé lo suficiente como para que él lo notara. Evitando las palabras llevé más comida a mi boca, Damien me observaba fijamente mordiéndose los labios, su mirada sobre mi cuerpo me causaba inquietantes cosquilleos en el vientre.
La puerta del cuarto se abrió, Colin entró con su rostro radiante y esa expresión mordaz que lo caracteriza, al verme sonrió más ampliamente, se aproximó hacia la cama, me alzó sujetándome por los hombros y me dio un abrazo apretado, uno que casi quebraba mis huesos.
Me quedé quieta y estupefacta por su inusual muestra de cariño.
–¡Hermana! –clamó, me soltó y le dirigió una mirada a su mejor amigo–. Vengo por tu colección de revistas, perdiste la apuesta, hombre.
Damien se encogió de hombros y señaló con su barbilla el montón de revistas apiladas por todas partes.
–Nunca me había dado tanto gusto perder una apuesta –dijo él.
Recordé las conversaciones del día anterior, Colin había pedido la colección de revistas de Damien apostando a que yo mejoraría, o sobreviviría.
–¿Qué pasaba si perdías la apuesta? –pregunté curiosa.
Colin y Damien compartieron una mirada intima entre ellos.
–Si él perdía la apuesta creo que ninguno de los dos iba a estar de humor para cobrarla –confesó mi hermano.
–¿Me hubieras extrañado, hermano? –le pregunté con una sonrisa.
Hizo rodar sus ojos nerviosamente.
–Por supuesto que no, monstruo. Estaría muy preocupado de ver tu fantasma. Y créeme, con tu cara, seguro me asustaría –bromeó.
Indignada, le golpeé con una almohada de Damien, quien nos prestaba atención riéndose.
–Lerdo –insulté a Cole, sacándole la lengua.
–Torpe –Colin también hizo muecas jactanciosas y me sacó la lengua al tiempo que despeinaba mi cabello–. Bien, tengo que irme, chicos, pórtense bien, recuerden que estaré vigilando.
–Lo sé –dijo Damien con una risita.
Colin salió de la habitación llevando un montón de revistas bajo sus brazos y dejando la puerta cerrada. Mi hermano había progresado seriamente, era muy extraño que me dejara a solas con un chico en su cuarto.
Dejé la comida a un lado y me tendí boca abajo en la cama con mi mentón descansado en mis brazos.
–¿Cómo te hiciste amigo de Colin? –interrogué a Damien.
–Uh, ya sabes, fue amor a primera vista –se mofó–. No, no realmente. Él llegó aquí sin conocer nada, yo solía reírme en voz alta de su estupidez, me burlaba por cada cosa que hacía mal y, obviamente, Cole se enojaba mucho. Un día me reí porque no sabía qué significaba Dii Involuti, le llamé idiota, y él me golpeó –Damien hizo muecas como si estuviese recordando–. Sí que golpeaba fuerte. Ambos comenzamos una pelea, ninguno de los dos ganó. Después nos castigaron, tuvimos que lavar las dos limusinas de Eustace. Cuando Colin me lanzaba miradas fulminantes le hice un cumplido sobre el puñetazo que me dio en el ojo, tu hermano me dijo que golpeaba como niña, estábamos por comenzar otra pelea, pero se retractó, y dijo que el golpe que le di en el estómago quizás le había dolido un poco. Las próximas horas del castigo estuvimos conversando sobre mujeres. Así, nos hicimos inseparables y vivimos felices por siempre.
Me reí a modo de burla.
–¿Y él te hablaba de mí?
Damien fingió estar recordando.
–Uhm, no realmente, una vez mencionó que tenía una hermana, pero nunca hablaba de ti, supongo que no quería promocionarte demasiado –masculló mientras jugaba con su videojuego, muy concentrado.
–Y… ¿me llamarías idiota si te digo que tampoco sé lo que significa Dii Involuti?
Se carcajeó.
–Por supuesto que sí. ¿Qué clase de Leive no sabe eso? Oh, cierto, tú. Debiste leer los libros que te dio Eustace, supongo que pronto tendrás un examen de eso –contestó–. Antes de que lo preguntes, Dii Involuti no es una marca de auto ni nada parecido –se burló él–. Los Dii Involuti son los dioses superiores, los que ejercen todo el poder divino, sus nombres no pueden ser pronunciados por mortales, por eso son un secreto. Inferiores a éstos están los Dii Consentes, otras doce divinidades entre las que se encuentra la trinidad principal, conformada por Tinia, Uni y Menrva, que son la triada de dioses que gobernaban Etruria en los antiguos tiempos. Tinia es el esposo de Uni, Menrva es su hija. El resto de los Dii Consentes son los consejeros de Tinia. Los Dii Novensiles son los dioses encargados de lanzar rayos. Las Lasas son diosas ayudantes de otros dioses y genios, y son las guardianas de las tumbas. Mantus y Manía ejercen el poder en el inframundo. Los dioses inferiores eran los Dii Mandas, luego están los dioses del destino, la suerte y el azar, y por último los dioses secundarios y los inmortales adivinos. Debes aprenderte cada nombre, nena, o reprobarás tu prueba. ¿Qué te parece? Aún recuerdo los viejos tiempos de estudiar.
Pestañeé varias veces.
–¿Y de qué me sirve aprender todo eso?
–¿Eh? –largó–. Cuando estés en problemas puedes invocar ayuda de un dios, duh.
–¿Esperas que crea eso? –objeté.
–Ania, cada mito que tú nunca creíste que existiera es real. Las leyendas se basan en la realidad, y el mundo está lleno de cosas sorprendentes, debes abrir tus ojos a todo. Cada ser humano cree en algo, tienen cosas invisibles a las que aferrarse, la humanidad les coloca diferentes nombres a las figuras divinas y sobrenaturales que conocen, pero al fin y al cabo, con cualquier nombre que quieras darles, esos seres existen. Desde el hada de los dientes hasta el mismo diablo, y hazme caso, siempre tengo razón. ¡Oh, maldición, me mataron! –se quejó Damien hacia el televisor cuando aparecieron letras de Game Over en la pantalla. Contrariado, me ofreció el segundo control inalámbrico de la consola del PlayStation–. ¿Quieres jugar? He tratado de pasar este nivel varias veces y nunca lo logro.
Bebí mi jugo y salté de la cama para sentarme a su lado.
–¿Qué juegas?
–Final Fantasy VII –expresó.
–¿De qué se trata?
–Después de la destrucción Midgar, de las cenizas del Meteorito emergió una misteriosa organización que pretende dominar el mundo, pero Vincent Valentine, el héroe, debe impedirlo. Es la continuación de Final Fantasy VII Advent Children. Debes dispararle a los tipos que te arrollan con sus motocicletas –me explicó–. Ten cuidado, el destino del mundo depende de ti, Ania.
–Si pierdo haré cualquier cosa que me pidas, hasta lavaré tu ropa. Y si gano, tú harás todo eso por mí –le aposté.
Con una sonrisa que reflejaba confianza extendió su mano hacia mí.
–Trato hecho.
Minutos más tarde había pasado el nivel sin morir ni una sola vez.
–¿Qué demonios es lo que hiciste? –protestó Damien sin poder creerlo.
–Tú ganaste con los naipes, era mi turno de ganarte, ¿no? Debes saber que soy la reina de los videojuegos, cariño –los azules ojos entrecerrados de Damien recorrieron mi cuerpo haciendo que me ruborice–. ¿Por qué me miras así?
–¿Así cómo?
–Como si fueras a comerme o algo –alegué.
Él se inclinó y mordisqueó mi oreja, me estremecí de pies a cabeza.
–Quizás lo haga –coqueteó él dejando que su nariz rozara la mía.
Elevó su mano y la posó en la parte trasera de mi cuello, atrayendo mi rostro hacia el suyo, su otra mano se situó en mi espalda y apretó mi cuerpo contra su pecho. Sus dientes atraparon mi labio inferior con un placentero mordisco lento, grato y sexy.
–Eres irresistible –murmuró, cuando hablaba sentía sus labios moviéndose y rozando los míos, tentándome de manera sofocante.
–Y tú eres insaciable.
Como era costumbre, la puerta volvió a abrirse.
–Creo que los letreros de la puerta no funcionan demasiado –gruñó Damien hastiado.
Quien estaba en el umbral era esa chica, Ivonne, con una virulenta catadura, vestida en una falda muy corta y una camiseta sin mangas, exhibiendo su escultural y alargado cuerpo.
–Evangeline, hay alguien buscándote abajo, es urgente –ella se dirigió a mí con desprecio.
Me puse de pie y me moví muy rápidamente para salir de la habitación, se me pasó por la mente que mi padre estaba aquí, había escuchado que le habían llamado.
–Ya vuelvo –dije dirigiéndome a Damien–. Y mi nombre es Ania –concluí dirigiéndome a Ivonne.
Entré en el ascensor del pasillo y bajé al vestíbulo.
Me paralicé al observar a Adrien desplomado como muerto en un sillón.
–¿Adrien? –inquirí dubitativa.
Abrió sus ojos saltando del sillón.
Noté que estaba muy desarreglado, su cabello rubio enmarañado, sus ojos muy rojos, como si llevara mucho tiempo sin dormir, su ropa arrugada, parecía fatigado, trasnochado. Al dar zancadas se tambaleó.
–Ania, ¿por qué no me dijiste que volviste? –se escuchaba abatido, desesperado.
Instintivamente retrocedí cuando se aproximó. Herido por mi evasión, dejó de caminar. Él estaba muy borracho, o drogado, o ambas, y olía a cigarrillo.
–Estás… –comencé.
–Lo sé, Ania. Vine porque necesito ayuda, porque te necesito –él sujetó mi rostro firmemente con sus manos–. Ayúdame, estoy… estoy loco. Ya no puedo vivir así, he estado inconsciente por tres días, yo… tuve una sobredosis de todo, me drogué, y no sólo con xerrys, bebí, tomé pastillas. Hace años no me permiten la entrada aquí, por eso pedí verte.
Apenada, lo abracé, sus brazos me estrujaron muy fuerte, se sentía muy necesitado, sus ojos desolados cuando me miraban, afirmé mi cabeza en su hombro.
–Está bien, todo está bien –le susurré.
–No lo está –me contradijo–. Dime que me quieres, Ania, por favor.
Tomé su mano y le hice sentarse nuevamente en el sillón.
–Te prepararé un café, ¿sí? Recuéstate.
Viéndose molesto, me agarró de la mano impidiendo que me marchara.
–Dímelo, dime que me quieres –solicitó con acritud.
–Por supuesto que te quiero, Adrien. Ahora, tranquilízate y déjame cuidarte un poco.
De súbito Adrien volvió a estar de pie y me empujó hacia la pared con un golpe, aprisionándome con su cuerpo y manteniendo una mirada dura y fiera.
–¡No! Quiero que me ames, como a él –dijo entre dientes.
–Eh, suéltame, estás asustándome, estás mal –refunfuñé.
Lo vi tragar saliva.
–Lo sé, yo... claro que estoy mal, estoy loco, muy loco.
Me serené, tratando de respirar, la respiración de Adrien estaba sobre mi cara, su rostro estaba inclinado hacia el mío, porque buscaba atrapar mis labios.
–Mira, Adrien, dime qué es lo que te tiene tan loco. ¿Cómo fue que pasó todo?
Cedió, separándose de mí.
–No sé cómo es que Damien puede vivir con su pasado, él probablemente la pasó peor que yo –se tambaleó hasta caer en el sillón–. Yo al menos tenía familia y un lugar dónde vivir –pausó–. Pero él no mató a la única chica a la que amó. ¡Fue su culpa! Si nunca la hubiese llevado a la cama. Ella era mía.
Exaltado, se puso de pie nuevamente y caminó en zigzag hasta el ascensor, lo seguí con torpes pasos para alcanzarlo antes de que las puertas se cerraran, mientras tanto él me ignoraba y maldecía para sí mismo en gruñidos bajos.
Presionó a los golpes los botones.
Me alejé de él, aguardando en la otra esquina del elevador, escuchando la diabólica música que empezaba a sonar cada vez que se cerraban las puertas. Todo era aterrador en el interior de la academia, las luces alrededor de mí descendieron notablemente, había mucha oscuridad que se cortaba con pequeños reflectores de bombillas de colores fuertes y tenebrosos, verdes, púrpuras, naranjas, amarillos.
Las puertas se abrieron con un breve sonido de una campanilla, Adrien dio un paso al frente, también yo.
Salimos a un espacio al aire libre, con un frondoso jardín repleto de aterradores árboles de hojas azules que cubrían el cielo, la luz del sol se filtraba escasamente a través de las hojas, era de día y parecía ser de noche, había sobre el césped bases de mármol con esculturas de otras figuras mitológicas que también daban miedo.
Cualquiera pensaría que después de haberlo visto todo nada me daría miedo, pero en mi interior podía sentir ese cosquilleo que martilleaba en mi pecho cuando mi corazón se aceleraba.
Adrien comenzó a dar vueltas en círculos.
–Todo pasó aquí, en esta maldita academia –abordó a decir con la mirada oscurecida–. Yo había sido suspendido todo un mes por robarme dinero de Eustace para comprar alcohol, Brittany era de esas mortales que sabían de la existencia de los Leives, por lo tanto venía muy a menudo. Cuando regresé estaba muy borracho, para ese entonces no consumía ninguna droga, pero sí fumaba. Vine en busca de Damien, y cuando entré en su habitación él estaba allí, quitándole la ropa a ella. Ni siquiera me molesté en ir por Damien –se escuchaba más violento ahora–. Yo la tomé del cabello y le di una bofetada que la envió al suelo, Brittany no era de esas sumisas, así que se levantó y también me golpeó, cada vez que discutíamos los dos nos golpeábamos el uno al otro, siempre –su voz flaqueó, rasgándose con el sufrimiento que trataba de esconder–. La llamé zorra, y muchas otras cosas, la empujé, ella cayó al suelo con fuerza, y como sabía que sus golpes no me harían daño agarró una botella de vino y la estrelló en mi cabeza. Yo estaba cegado por la furia, veía todo rojo, sentía el fuego corriendo a través de mí, además, llevaba muchos días bebiendo. Todos dicen que la maté a los golpes, pero no fue así. La tomé del cuello y apreté, cuando me di cuenta de lo que hacía era demasiado tarde, ella estaba… asfixiada, estaba muerta en mis brazos y yo estaba llorando sobre su cadáver.
Dios, no sabía qué pensar acerca de eso.
Maldito pasado, siempre atormentando a las personas. Sin embargo, Adrien había asesinado a su novia, eso no podía ser bueno.
Él se encontraba con la vista incrustada en el suelo, sus puños cerrados, estaba muy alterado. Y loco, por supuesto él había enloquecido, no ahora, desde hacía mucho tiempo, pero por alguna razón parecía que todo había empeorado gracias a mí, cuando me había conocido yo había revuelto sus recuerdos y él se había vuelto vulnerable.
Di varias zancadas en dirección a él, el viento silbaba alrededor de mí, el sonido de los búhos le daba un ambiente más tétrico, y… de la nada, un sonido cortó el aire, las ramas de los árboles se agitaron y algo cayó desde arriba.
Desde el cielo, atravesando los árboles, una figura humana quedó suspendida en el aire, colgando.
Perdí todo el aire de mis pulmones con una sola y rápida exhalación. Eso era…
Una chica desconocida para mí, joven, su cuello se encontraba rodeado en sábanas que estaban atadas de un alto balcón de una habitación, su cuerpo estrangulado se balanceaba de un lado otro, sus pies colgaban a un metro y medio del suelo, ella llevaba un vestido vaporoso blanco, sus pies descalzos, su cabello era corto como el de un chico, de un color tan rubio que con la luz era casi blancuzco. Su cara era blanca y pálida, sus ojos continuaban abiertos, y eran blancos, porque estaba muerta.
Dejé escapar un grito ahogado, retrocediendo torpemente hasta casi caer.
–Es Jane –soltó Adrien dejando escapar un puñado de aire–. Sé lo que piensas… sé que soy un asesino, pero yo no la maté. No lo hice.
Petrificada, seguí la mirada de Adrien, puesto que él no me hablaba a mí, tenía sus ojos instalados en una llama colorida que irradiaba del centro del monumental jardín.
No, espera, eso no es una llama colorida, pensé para mí misma.
Era una criatura que segregaba luz. Una criatura fantástica y horrible, su silueta era alta y femenina, con curvas como las de una carretera, su piel parecía tener un matiz verde oscuro ponderadamente centelleante, su cabellera era larga y negra, colgaba hasta el final de su espalda, tenía varios pares de alas, iguales a las de una libélula gigante o algo parecido, éstas también mandaban rayos de luminiscencia cegadora a mis ojos. Al sonreír dejó ver una hilera de numerosos dientes blancos y tajantes como cierras. Usaba una corta falda de varias puntas y un pequeño brasier ajustado a sus pechos. Su cuerpo estaba muy descubierto, tenía abdominales demasiado formados para tratarse de una mujer, piernas firmes y envidiables, incluso tratándose de un ser espeluznante.
Ella sacó su lengua y relamió sus labios con ademán de apetito al tiempo que acechaba directamente al cadáver de Jane, la chica ahorcada.
–Como si me importara quién la mató –profirió la mujer verde mientras se avecinaba con paso sigiloso, elegante, sensual y apenas perceptible hacia la muerta.
–Liptaura, ella es Ania. Ania, ella es Liptaura –nos presentó Adrien con aburrimiento–. Liptaura es una Doxy.
La criatura curiosa se giró y me escudriñó con su mirada de enloquecidos ojos, mientras se avecinaba en mi dirección mi corazón latía más apresurado, mis pies parecían clavados en el pasto, mi respiración se había ido con solo observar todos esos dientes mortales.
Liptaura se agachó, afianzándose en sus cuatro extremidades y olfateó mis zapatos.
–Una niña demasiado… ugh –hizo una mueca de asco–, demasiado buena, y malditamente curiosa.
–¿Qué es una Doxy? –susurré hacia Adrien.
Liptaura volvió a pararse en sus dos pies, erguida parecía medir al menos dos metros.
–Te lo dije. Curiosa –repitió la criatura, después comenzó a cantar una canción antigua de los Backstreet Boys, y entre frases dijo–. La curiosidad mató al gato… la, la, la…
Al diablo con esa frase, se repetía en mi vida constantemente. ¿Qué si el gato se había muerto por curiosidad? Yo no era un gato.
La mujer Doxy se volvió a mirarme una vez más, luego de un segundo en el que se veía atónita, se largó a reír con carcajadas ensordecedoras.
–Ésa es buena, no eres un gato. Podría convertirte en uno, ¿quieres? –agregó.
Ensanché mis ojos y dejé mi mandíbula caer desencajada. ¿Acababa ella de… leer mis pensamientos?
–Liptaura –habló Adrien con tono de amonestación, pero se escuchaba más bien somnoliento por su ebriedad–. Una Doxy es una especie de hada demoniaca que Eustace deja suelta para que se coma a los cadáveres sin dejar rastros –me explicó adormitado.
Casi suelto un bufido. ¡Hada! ¿Un hada?.
Esto era el colmo, no podía haber situación más onírica. ¿Tinkerbell en persona?
La cosa me mostró sus dientes como si quisiera comerme.
–Vuelve a llamarme Tinkerbell y te despedazaré como a un trozo de carne para mi almuerzo –me amenazó.
Empalidecí.
La Doxy descolgó el cadáver de Jane y lo arrastró tras ella igual que un juguete, llevándolo consigo hasta esconderse y desvanecerse tras los arbustos.
–No maté a Jane, no maté a Jane –se repitió Adrien a sí mismo y en voz baja.
Se escuchaba tan perdido, desubicado, poco sobrio.
–Adrien, estuve viéndote, no pudiste haberla matado –le consolé.
Él sonrió con mordacidad, alzó una ceja y… cayó desmayado en el pasto.
Lo vi desplomarse entre las hojas caídas de los árboles, pensé en buscar ayuda, pero no quería cruzar sola la academia con Liptaura andando por ahí. No es que tuviera miedo, o, bueno, quizás tenía un poco. Pero el miedo no era la razón por la que no quería irme sola por ahí, sino que… podría perderme en un lugar tan grande, ¿no?
Piensa, piensa, me dije a mi misma.
Me incliné y tiré de los pies de Adrien para halarlo y arrastrarlo, hice un arduo esfuerzo, difícilmente se movió dos o tres centímetros. Tardaría una eternidad, sin embargo, funcionaba a medias.
Me moví con él, remolcándolo y gimiendo por el esfuerzo, sus botas Harley negras de motorizado pesaban al menos diez kilos cada una, más un agregado de su propio peso y todo el cuero que llevaba en ropa. Era muy laborioso moverlo para una chica pequeña como yo.
Logré trasladarlo hasta las puertas del ascensor, me costó hacerlo entrar, a pesar de que el espacio era grande sus brazos se salían y no se quedaban en su lugar cuando los colocaba encima de su pecho. Me sentí como una criminal transbordando a su víctima para enterrarla.
Me vi en un enredo al no saber qué botón presionar, traté de nuevo con el dos, la última vez había funcionado.
Las puertas se desplegaron en una blanca habitación vacía, de paredes blancas, ventanales de madera blanca, un reloj blanco de agujas sobre una pared, una silla blanca bajo el reloj, y una mesa de ajedrez en una esquina, en la que los dos lados del juego eran blancos, nada de cuadros y piezas negras, era todo blanco.
La última vez el número dos me había trasladado a un pasillo con muchos espejos, ahora era esta diminuta habitación pulcra y celestial como las nubes de algodón.
Entonces distinguí unas blancas escaleras que ascendían.
Jalé de las botas de Adrien fuera del elevador y lo deslicé hacia el interior de aquellas cuatro paredes blancas. Sería un problema subir las escaleras con él, por lo tanto decidí dejarlo allí y seguir mi camino sola para pedir ayuda a alguien.
Habían tan solo trece escalones, mientras los pisaba los iba contando, no sabía por qué hacía eso, lo único que sabía era que al subir los escalones me atraían a contarlos con entusiasmo y vicio.
Pasados los trece escalones me sentí realmente confundida y extrañada, muy desubicada y abrumada. Había llegado hasta una… ¿Una habitación igual?
De nuevo observé aquel reloj, la silla, la mesa de ajedrez, las escaleras de trece escalones. Salvo que ahora todo era negro.
De todos modos, ésa no era una habitación igual.
Era la misma habitación.
Lo supe porque Adrien seguía allí, tendido en el suelo, exactamente en el mismo sitio.

18 comentarios:

Noelia dijo...

Menos mal que publicas!!! tenia muchas ganas!! valla, que capitulo tan .. misterioso... SIGUELA!!

Anónimo dijo...

ALEJANDRA TREJO:
QUE BIEN QUE PUBLICASTES YA ME ESTABA VOLVIENDO LOCA HAHAHA YA HASTA ME HABIAS PREOCUPADO STEPH Y WOOOOOUU QUE CAPITULO MAS BIZARRO ME ENCANTA Y ME ENCANTO EL PERSONAJE DE HADA ESTE CAPITULO ESTUBO GENIAL EXCELENTE JUEGO Final Fantasy VII LA GRAFICAS SON MUY BUENAS PERO VOLVIENDO AL TEMA VALE MAS QUE ANIA SALIO BIEN DE SU TRANSICION SIGUELA PRONTO STEPH Y SE QUE ES BIEN COMPLICADO CUANDO UNO SE QUEDA SIN INTERNET ES HORRIBLE PERO SUERTE ESPERO QUE SE TE ARREGLE BYE XOXO TKMMMM

Nicolita Jonatika Cullen dijo...

wHOHOOOOO
ii
am
the
3rd
wiiiii
steph
estuvO
aluuciinandte
me
encant
enserioo
que
sii
qke
bueno
qke
volviistee
esta
procupadiisiimaa
......
waii
deja
qke
perla
sepa
esto
ammm
debes
continuarla
ere
la
mejor

Anónimo dijo...

waiiii steph
estubo iincrweiible cada
vez se
ponemas buenaa debes continuarla gracias a dios qke eesta biene stabamos muy preocupadas siento mucho lo de tu internet, i bueno sigue adelante qke vvaz BIEN...
att>Perla Cuevas

Lau Zenteno dijo...

wow nena crei que te avias muerto en uno de tus sueños jijij
ntc en verdad pense que te avia pasado algo bueno que bien que no te paso nada
me encanto el cap que bien que ania sobrevivio a su primer cambio
en fin me alegro de que yasasubido pero deves subir pronto ok
tkm!!!
cuidate y espero que subas pronto porque esta rara la habitacion del final

=)


bye


=)

ashanti dijo...

reviviste!! haha que bueno que subiste el cap esta genial eaea pobre ania tanto dolor iuu,ya estoy como damien soy exelente cocinando cereal con leche xD haha
me he identificado con el personaje de cole es como si fuera yo divertida pero a la ves seria me preocupo por las personas que quiero pero digo que no si soy paaresida a cole eaea, ese adrien esta traumado pobresito le dare mi targeta Ashanti M. futura psicologa xD haha y si te mueres tu fantasma tiene que seguir subiendo la historia n.n

Anónimo dijo...

Qe buenniop Qe estes biiien Steph y GracCius póer el cap el cual estubo toddo wuuua super nicCe...

Dejame deciirte Qe me impresionas demasiado poer tu manera de escrivir y de recrear leyendass Qe verdaderamente ni yo proddia imaGinarme ¿¿cComo es Qe lo ases??...

Buenniop me voy y siGe con la historia la amio esta todda yey, y por fa sube cap prontuuu :3

besitus y bassus cuiddate anios atto:
Denissa Levou

Paula dijo...

Steeph! tu novela se vuelve cada vez mas adictiva haha. Sube más capitulos! :)

micaღ dijo...

wow que buen capitulo!!
ahi pobre ania por lo menos sobrevivio a la trasformacion ya me la imagino rubia y con alas..
ahhi damien es tan sexy me enloquese(baba)jeje;) y la verdad que adrien me da mucha lastima perdio a la persona a quien mas amaba, esta bien el tuvo la culpa pero aun asi me da mucha pena..y esa habitacion? que onda!

ahi sthep perdon por no habre comentado el los otros capitulos lo que pasa es que me fui de vacaciones y no tenia internet alla :s pero ya te deje un coment en los cuatro capitulos anteriores..
ahi me encanta esta historia seguilaaa..besos

Anónimo dijo...

steph me encanto el cap enserio , me sorpendi con lo de ania y lo demas , me gustaria comentar como lo hago siempre pero no tengo tiempo , luego comento quizas en el proximo capitulo.

BESOS Y CUIDATE !

Ilse:)

Anónimo dijo...

Good to know you are fine! no posta, menos mal que era internet y no otra cosa.
Sinceramente este es uno de mis capitulos favoritos, me encantan los capitulos que cuentan historias del pasado y "atan algunos cabos sueltos" aunque no confio mucho en cuando Adrien se levante :/
Genia segui asiiiiiii!!!
Besos!

MH

nce dijo...

menos mal qe as vuelto, pensé qe te había pasado algo D:
Bueno, el capitulo me ha encantadoo, me ha gustado que Adrien diera señales de vida!!
Siguela pronto pliis
Bss, cuiidate teq :D

Anónimo dijo...

ME ENCANTO!!
Y EL FINAL DEL CAPITULO FUE FABULOSO =D...
ME PREOCUPE CUANDO VI K NO PUBLIKASTE, APARTE ESTBA MURIENDO POR LA CURIOSIDAD DE SABER K IBA A PASAR
ESPERO EL PROXIMO CAP!! =D
XOXOXO
ATT:MCamiCC

Anónimo dijo...

Soy una Leive por fiin y soy muy sexy bueno mas de lo que era =)!!
jajaja Damien me va a tener que lavar la ropa y hacer los deberes! se creia que iva a perder ?Pues de eso nada monada!
Maldita Ivonne siempre imterponiendose entre Damien y yoo No la aguanto!
Tengo que decirte que cuando aparecio aquel ser extraño : Liptaura ! me dio un pokitin de miedo! un hada demoniaca que se come a los cadaveres ? Bueno al menos no se come a los vivos !
Tambien me hize gracia esta parte :
Casi suelto un bufido. ¡Hada! ¿Un hada?.
Esto era el colmo, no podía haber situación más onírica. ¿Tinkerbell en persona?
La cosa me mostró sus dientes como si quisiera comerme.
–Vuelve a llamarme Tinkerbell y te despedazaré como a un trozo de carne para mi almuerzo –me amenazó.
jajajaja me rei muchisimo con eso muy bueno lo de Tinkerbell XD!
Bueno Stepg siguelaa me encanta tu novee!

Attentamente: jonatica_joe&nick

Anónimo dijo...

A por cierto me encanta la cancion que has puesto casi todos los dias la suelo escucharla !! =)

jonatica_joe&nick

Anónimo dijo...

Te Quedoo alucinaante el caap.!!
Muuy extrañoo..:P
Sigo sin entendeer cmoo le haces pra soñar algo asi??
Yo simplemente me duermoo y a la mñana siguientee no m acuuerdo nda..xD
Aiii! pobree Ania menos mal q ahora esta bn!
La verdad q me da lastimaa Adrien pobree tipoo ha sufridoo mucho :(..
Peroo bueeno en fin! T cambio d temaa...
Cuando mencionaste a Liptaura yo me imagine a una vieja como la del exorcistaa pro cn alas jaja (?
una preguntita :
Te sientes identificada con alguno de los personajes de tus noves??
Bn eso era tdoo!
T mandoo un billon de besotes!!

=D
Luuh..!

Anónimo dijo...

No entiendo porque disminuyen loc comentarios posta, no te lleves por esto, lo que esribes es buenisimo, en serio!!! nunca dejes lo que haces.
Besos

MH

Fernanda Jonas dijo...

wwwoorale todo tan loco...huu que horror pobre Ania no puedo imaginar todo ese dolor, solo con pensar aaah no no no...
aaahii pobresito Adrien encerio que mal plan por el, no deveria atormentarse de ese modo, aunque bueno yo lo haria, pero talvez ya me habria suicidado uupz, como quisiera estar yo en el lugar de Ania y abrazarlo, consolarlo aaww esque pobresito me da cosa...
espero que este bien y poder ayudarlo...
sigueee te quieroo....

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