Capítulo
9: Destino
Charity,
convertida en un indómito ángel vengador, enterró su espada de oro en medio del
pecho de un Vanthe, dejándolo tendido junto a sus otros camaradas bestias. Sus
alas se plegaron hasta eclipsarse tras su espalda, sus colmillos se retrajeron
hasta volverse comunes. Eso significaba que no había un solo Vanthe convertido
en la cercanía, aun así, ella sintió el feroz deseo de asegurarse de que
ninguno de ellos estuviera con vida. Jadeó de cansancio y empezó a llorar. Las
lágrimas le mojaron la cara sin esperárselo.
Había visto
antes a humanos morir. Esta noche no fue la excepción, había un montón de ellos
a su alrededor, destrozados, mutilados, yaciendo en charcos de sangre escarlata
y negra. Sin embargo, esa no era la única razón por la que estaba tan rota y
abatida.
Corrió a toda
prisa hacia Max, que se encontraba en el suelo con la camiseta manchada y desgarrada
en medio, su boca expulsaba sangre roja, nítida, mucho más reluciente que la
sangre humana. Sus tatuajes estaban danzando en su piel, comenzando a lanzar
esos destellos azules que conocía tan bien. No sabía si eso era bueno, o malo,
solo sabía que necesitaba llegar a él.
Cuando lo
atrapó en sus brazos, ambos trepidaban, Max luchaba para mantener su poder sometido.
–¡Jerry! –Char
lo sostuvo en su regazo con delicadeza.
Una lenta
sonrisa se diseminó en la cara de Max.
–Me gusta...
–él jadeó–, ese nombre. El nombre por el que tú me llamabas.
Ella lo abrazó
más fuerte.
–Dime que
estás bien, Jerry, por favor.
En silencio,
él cerró fuertemente sus puños, evitando que su poder se liberara. Si se
descuidaba, podría herirla.
–Si te digo
que no, ¿seguirás abrazándome de ese modo?
En contra de
sus instintos, Char se rió. Max dejó que su cuerpo terminara de sanar sus
heridas por sí solo. Le daba tanto gusto que ella estuviera preocupada por él.
–Bueno, no
estoy exactamente bien –Jerry declaró mientras se incorporaba–. Esta ropa
costosa me da comezón, ¿siempre es así? ¿Cómo lo soportas? Además creo que las
lentejuelas púrpuras no combinan con mis ojos. Es la peor crisis de moda por la
que he atravesado, no tienes una idea. ¿Te incomodarías si te digo en dónde es
que tengo comezón?
–¡Jerry!
–Charity le dijo en tono de reproche.
–¡Charity! –se
burló él en ese mismo timbre que ella había usado.
La princesa se
limpió las lágrimas de la cara.
–Debí dejarte
ahí tumbado –soltó con furia–. Me has dado un susto de muerte y tú solo estás
ahí haciendo chistes. ¡Pensé que no había logrado salvarte! ¡Se me pasaron mil
cosas por la cabeza! Yo... yo...
–¿Qué? –le
preguntó Max, instándola a seguir y asiendo sus brazos con fuerza para que no
lo dejara.
Charity estaba
llorando de nuevo cuando respondió.
–¡Si vuelves a
dejar que algo te pase, te mato! ¿Me oyes?
Él alzó las
cejas, entretenido, las comisuras de sus labios amenazaban con curvarse hacia
arriba.
–¡Qué suerte
que no puedo morir! De otro modo, estaría preocupado –se puso una mano en el
corazón–. Lamento haber osado a fastidiar su paciencia, Su Majestad.
Charity cerró
las manos en puños sobre la camiseta de Jerry.
–Hay cosas
peores que morir, plebeyo, de volver a molestarme, te haré cada una de ellas.
El tono malévolo
de la chica era hosco, casi lo hace estremecerse.
–Princesa...
hace mucho tiempo que no estaba tan feliz.
Ella aparentó
extrañarse por eso.
–Vaya, debo
trabajar más en mis amenazas.
Él miró sus
ojos dorados en lugar de azules, su cara todavía húmeda en lágrimas brillando
con algunos cabellos adheridos a sus mejillas sonrojadas. Su abundante
cabellera estaba atada en una trenza que iniciaba sobre su oreja derecha y se
deslizaba por encima de su hombro izquierdo, tenía el pelo largo, más dorado
que de costumbre, como si cada hebra estuviera hecha de oro delgado. Sus labios
eran voluminosos, sensuales, sobre todo al hablar, moviéndose y rozándose el
uno contra el otro. Él quería desesperadamente besarla, sentía que moriría si
no ponía la boca sobre la suya.
Charity le acarició
cariñosamente la mejilla, sintiéndola caliente contra su palma. Le dolía estar
tocándolo, sabiendo que tendría que dejarlo ir, le dolía estar viéndolo y que
fuera tan condenadamente hermoso y dulce. Sus ojos azules estaban examinándola,
su boca estaba entreabierta, invitándola a probarla, a deslizar su lengua hacia
aquella oscura cavidad. Sus brazos estaban alrededor de ella, casi tocándola,
envolviéndola en su calor, él solo los mantuvo cerca mientras le acariciaba el
pelo con los dedos, como si tratara con discreción de deshacer su trenza.
Ese pecho
fuerte la estaba invitando a reposarse contra él y aspirar su excitante aroma a
algún néctar de miel. Tal vez una fresca champaña de miel, dulce, burbujeante.
Ella notó el modo en que los músculos de sus brazos se flexionaban bajo su
piel, endureciéndose con cada diminuto movimiento que hacían.
El mundo a su
alrededor estaba cayéndose a pedazos y a ella solamente le importaba meterse en
los brazos de este dios etrusco súper estrella del rock. Estiró la mano y la
hizo resbalar desde sus pómulos hasta su barbilla manchada de sangre, la cual
limpió con sus dedos, al igual que sus labios.
Él siseó bajo
sus dedos, aunque ella no estaba segura de si era a causa del dolor o del
placer, o ambas. Se percató de la suavidad de sus labios húmedos y una punzada
de anhelo se le metió bajo la piel. Ansiaba con todas sus fuerzas fundirse en
esa embriagadora boca masculina.
–¿Quieres
salir de aquí, princesa? –Max susurró.
Cuando ella
respondió con un asentimiento, él la atrapó desde las presillas de su pantalón
y la puso de pie. Los dos esquivaron los cuerpos cadavéricos al caminar y se
escabulleron fuera de Los Suburbios, hacia la noche.
–Esto tiene
que parar –se quejó Colin al tiempo que sacaba las manos de Heather fuera de su
camiseta.
Ella
retrocedió, estupefacta.
–Espero que
eso no signifique que estás rechazándome.
–No... No es
quiera rechazarte. Es... me haces sentir culpable.
–¿Por qué?
Cole dejó
escapar un suspiro lentamente.
–Escucha, hace
años... Cuando mi hermana menor tenía dieciséis y su novio dieciocho, yo... no
les dejé en paz. Quiero decir, me encargué de molestar a Damien durante todo su
noviazgo por acostarse con mi hermanita pequeña. La excusa era que ella era una
menor de edad y, bueno, justo ahora tú lo eres. Tienes la edad que tenía Ania y
yo... no tengo dieciocho precisamente.
Heather
parpadeó varias veces como si intentara descifrar lo que significaban esas
palabras.
–¿Cuántos años
podrías tener? Ania sigue luciendo de dieciséis. Tú...
–En ese
entonces –intervino él–, Ania lucía de trece. Era una niña. Ha pasado mucho
tiempo.
–¿Cuánto
tiempo?
Cole vaciló.
Si le decía su verdadera edad, ¿saldría huyendo?
–¡Tengo treinta
y cinco años, es un delito tenerte!
Si Heather
estaba impresionada, no lo demostró, simplemente sonrió.
–Luces bien
conservado si me lo preguntas.
Él entornó los
ojos.
–Mi edad
física es de veintiuno.
La sonrisa de
Heather se hizo más ancha.
–Eso es
todavía mejor. Significa que escasamente me llevas cinco años. No es nada, ¿o
sí? He salido con tipos que rozan los doscientos años y no creo que sea un
problema.
–¿Has salido
con otros Leives?
–No.
–¿Vanthes? –un
tono de alarma se filtró en la voz de Colin.
–Vampiros.
Él golpeó su
frente con la palma de su mano.
–¿Qué? –ella
rebatió.
–Eso es
repugnante.
Heather
frunció el ceño y los labios, lo cual le recordó a Colin la manera en la que
Miranda se enojaba con él. Era hermosa cuando se enfadaba.
–¿Acaso no has
tenido una novia que te muerda en el cuello?
Ella aproximó
la boca a su cuello y empezó a mordisquearlo afablemente. El cuello es una zona
sensible. Él se estremeció.
–Tuve una
–confesó, recordando a Miranda, sintiéndola.
Estaba justo
aquí. Con él.
–Lo sé
–Heather musitó al tiempo que convertía las mordidas en apasionados besos.
Era como si
acabara de leer sus pensamientos, siempre había sido excesivamente intuitiva.
Dejándose llevar, él movió sus manos hacia sus piernas, tocando sus delgadas
piernas femeninas, acariciando sus muslos para alcanzar discretamente la parte
alta de sus pantalones.
Heather
trepidó debido al contacto de sus masculinos dedos enterrándose en su piel a
través de la ropa. Solo eso la hizo querer emitir un sonido vergonzoso, pero lo
contuvo, no quería que él pensara que estaba fuera de sus cabales.
Sin quedarse
atrás, deslizó los dedos dentro de su camisa. Sintió su suave piel recubriendo
cada uno de esos duros músculos definidos, sintió la temperatura cálida de su
piel dorada y su corazón palpitando con apresuramiento tras sus costillas.
Él introdujo
la punta de sus dedos en su pantalón, empujándolo hacia abajo para revelar su ropa interior atrevida. Por un
momento, creyó que Colin diría lo mismo que el resto de los chicos a los que
había permitido ver sus prendas íntimas.
"¿Quién
lo diría? La chica hippie usa tangas ardientes". Eso siempre le molestaba.
Colin no dijo
nada, se limitó a sonreír de manera diabólica y corrió sus manos hasta su
espalda para tratar de desabrochar su sostén.
–Me gusta que
te desnudes –le dijo al oído–, para mí –concluyó.
Sus palabras
estaban coloreadas de una nota de posesión que la hizo ponerse tensa y
recelosa. Se alejó varios centímetros.
–¿Qué quieres
decir?
Él capturó la
mirada en sus ojos y dejó de mover sus manos.
–No me gusta
que estés desnuda en todas partes.
Heather se
hizo atrás, aferró sus brazos y lo obligó a retirar las manos de su cuerpo.
–No cambiaré
–le advirtió.
La mirada de
Colin se volvió desafiante.
–¿Me estás
diciendo que seguirás paseando sin ropa por toda la ciudad? No me jodas.
–Cole, no sé
si lo sabes, pero tengo ideales. No cambiaré por ti, ni dejaré que me prohíbas
una sola cosa. Soy capaz de amarte tanto como desees, siempre y cuando me dejes
ser yo misma.
Lo escuchó
bufar.
–Ya lo sé.
¿Crees que no he tenido esta discusión contigo mil veces? Pero al menos antes
estabas descalza, no desnuda. No podré soportar que todos los hombres estén
mirándote mientras estás por ahí exhibiéndote. Lo siento, Heather, pero me
tendrás golpeando a un millón de cabrones.
–¡¿Siempre
eres de mente tan cerrada?!
Cole se puso
de pie bruscamente.
–Diablos, sí.
¡Y aun así te gustaba!
Heather lo
siguió mientras él saltaba fuera de la furgoneta.
–No lo puedo
creer, ¡eres un malcriado!
–Y tú una
desnudista.
–Te equivocas,
no me pagan para desvestirme.
Colin se rió
con amargura.
–Tienes razón,
tú lo haces gratis.
Heather dejó
de perseguirlo, permaneció de pie con la boca abierta, indignada. Cole también
se detuvo, volviéndose hacia ella, su rostro mostraba una pequeña cantidad de
arrepentimiento. Sin decir una palabra, Heather pasó junto a él para marcharse,
golpeándole el hombro en el proceso. Él le atrapó un brazo.
–Suéltame
–Heather exigió con la mirada puesta donde sus dedos la sujetaban.
La soltó,
negándose a pedirle perdón, y la miró mientras se marchaba a través del
estacionamiento de la academia. Una oleada de culpa lo acometió, esta roía sus
huesos dolorosamente. Había sufrido tanto al no tenerla y, cuando era suya
nuevamente, la llamaba zorra. ¿Qué clase de imbécil era? Movió sus pies
apresuradamente al intentar alcanzarla.
–¡Heather,
espera!
Cogió su brazo
una vez más.
–¿Qué pasa?
¿Olvidaste decirme ramera o algo por el estilo?
Él sacudió la
cabeza.
–No, yo...
–tartamudeó–. Lo siento. Siempre digo cosas impulsivas, no pienso, soy un
bastardo contigo, siempre lo he sido. Perdóname. No quise... en serio no
quise...
–¿Llamarme
prostituta por segunda vez? Prostituta gratuita.
–Lo sé, no
merezco vivir –soltó dramáticamente–. Es solo que... me pone, ya sabes...
celoso...
Heather le
despidió una mirada de furia con los ojos entrecerrados, comenzó a sacarse el
sweater por encima de la cabeza, dejándolo caer a un lado, mostrando el brasier
de encaje que hacía juego con sus panties. Los ojos de Colin se agrandaron,
merodeando su cuerpo. Ella hizo bajar sus pantalones, deslizándolos hacia abajo
en sus piernas largas hasta quitárselos. Se paró en una postura altiva, con una
mano en sus caderas y las cejas levantadas. Dio patadas para quitarse las botas
de terciopelo, desabrochó su sostén, lo arrancó fuera de su cuerpo y finalmente
se deshizo de toda su ropa interior. Lo único que la cubría era su abundante
cabellera y los accesorios que colgaban de su cuerpo, como brazaletes, anillos y
collares.
Cole dio un
paso hacia adelante, Heather retrocedió.
–Adiós.
Le hizo un
gesto de saludo con la mano y le dio la espalda.
–¿A dónde vas?
–él atrapó su cintura con un brazo–. Tú no puedes desnudarte frente a mí y
escapar luego.
–¿No? ¿Por
qué?
Heather pudo
sentir a Colin rozando la desnudez de su piel, la tela de su ropa frotándose en
su cuerpo acalorado. Tragó saliva al percatarse de sus tensos músculos
presionados contra todo su cuerpo, su pelvis estaba adherida al costado derecho
de sus caderas, sus piernas separándose para rozarle los muslos desnudos con
las rodillas. Con un dedo, trazó la línea de su mandíbula, luego contorneó sus
labios. Ella no pudo evitar temblar.
De forma tosca,
la empujó hacia una de las limusinas de Eustace. Heather se encontraba
aprisionada entre una de las ventanas y el cuerpo de Colin. Contra su espalda
podía sentir el cristal frío, contra sus pechos, a Cole. Contra sus muslos, a
Cole, contra su abdomen, Cole. Contra sus labios, Cole, arremetiendo de manera vehemente
dentro de su boca.
Larissa
escuchó a Jerom sisear después de que le hubiese enterrado el cuchillo en
alguna parte de su espalda. Inmediatamente, retiró el arma fuera de su piel al
tiempo que sus colmillos la rasguñaban, retrayéndose.
Gruñendo, él
la aplastó bajo su peso, sacó una de esas cartas de hechizos y pronunció el
conjuro en voz baja. Luego de un minuto, el tatuaje de una serpiente blanca se
había transportado a la palma de su mano. La serpiente se movió sobre su piel,
enredándose en dos de sus dedos, el índice y el medio. Larissa se sacudió,
intentaba dar patadas y gritar. Él puso su mano vacía encima de su boca
mientras la mano tatuada se aproximaba hacia su frente.
Con sus dos
dedos, la tocó en el punto de su frente donde debería estar el chakra de su
tercer ojo. Hubo un destello de luz blanca que lentamente se transformó en todo
lo que veía y todo lo que recordaba. Blanco. Eventualmente, su consciencia fue
arrastrada hacia el abismo.
Jerom jadeó,
sintiendo el modo en que el cuerpo de Larissa se aflojaba en sus brazos. Ella
ya se había quedado dormida debido al hechizo de borrar su memoria, la cargó
con facilidad y la colocó recostada sobre los asientos delanteros del
automóvil. Gateó con cuidado por encima de su cuerpo para retirarse, no sin
antes agachar su cabeza y depositarle un tenue beso en la mejilla.
Le arrebató el
cuchillo que colgaba torpemente entre sus dedos y lo devolvió a su cinturón de
armas, pensando en cuán bizarro era que en ese instante el disco de los Beatles
se estuviera reproduciendo.
–Duerme,
Larissa –susurró.
Charity sintió
el aroma tan fuerte a miel que endulzaba su cuerpo, había pasado mucho tiempo
desde la última vez que despertó rozando la piel que tanto anhelaba en sueños.
Con los ojos cerrados alcanzó la mano de Jerry que descansaba en su vientre
bajo y la hizo deslizarse más arriba por todo su torso, incluyendo sus pechos.
Su mano era hermosa, masculina, fuerte, larga, con la piel ligeramente áspera
que deberían tener todos los hombres. Le besó los dedos, uno a uno, lamiéndolos
con la punta de su lengua, sabían dulces también.
Al girar su
rostro, descubrió que él continuaba dormido y sonrió. Normalmente se veía
tierno, en su fachada normal, pero mientras dormía, era más celestial que un
ángel. Tenía los ojos cerrados plácidamente, los labios un poco secos, pero
igual de apetitosos, Charity quería inclinarse y lamerlos para humedecerlos.
Sus músculos fuertes estaban más relajados, su pecho tenía un suave ritmo al
ascender y descender. Y su cuerpo estaba todo desnudo para que ella pudiera
hacerle cualquier cosa, como seguir tocándolo, o continuar dándole besos
furtivamente en cada área descubierta. Su cabello estaba rubio, como a ella le
gustaba, había bastado con hacer un movimiento de cabeza y su cabello había dejado
de ser negro azulado para convertirse en oro. Lucía como el mismo Jerry que la
había dejado perdida, abandonada. Por este chico, ella daría su vida sin
pensarlo.
No tenía la
intención de despertarlo, pero no pudo evitar acercarse, acurrucarse en sus
brazos y robarle un beso en el cuello, cerca de la mandíbula. Sus labios
quemaron al contacto y Jerry abrió los ojos muy rápidamente. Char se cubrió la
boca con las manos.
–Perdón, no
quise despertarte.
Una sonrisa
traviesa se extendió por toda su hermosa cara. Él deslizó sus manos hasta
enredarlas en su cintura y tiró de ella para ponerla encima de su pecho.
–Gracias a
Dios me has despertado –dijo con voz ronca. Voz sexy–. He estado aquí,
perdiendo el tiempo soñando contigo, cuando puedo en realidad tenerte.
Él hizo
descender sus manos hacia su espalda baja, despacio, sensual; tocó sus glúteos
y muslos descubiertos en el camino, haciéndola delirar de placer. El roce de
sus pieles desvestidas era suave como la textura del terciopelo, pero más
tibio.
Ella besó su
boca.
–La he pasado
increíble, Jerry, yo... –se quedó callada.
–¿Tú qué?
Char sacudió
la cabeza.
–Nada, mi
príncipe.
La princesa
salió de la cama, se puso de pie y comenzó a vestirse con lo que quedaba de su
costosa ropa, la armadura de Leives para su torso, sus pantalones de marca y
sus zapatillas vintage. Notó el modo en que Jerry la observaba con atención
mientras se ponía las prendas encima.
–¿Qué sucede?
–preguntó.
–Eres hermosa,
princesa.
No quedaba
nada de Leive en ella ahora debido a la salida del sol, su cabello estaba de
ese tono rubio oscuro natural y sus ojos nuevamente muy azules.
–También tú
–dijo ella con una sonrisa resplandeciente.
De un salto,
se sentó a horcajadas encima de sus caderas y volvió a besarlo. Jerry atrapó
sus labios entre sus dientes, mordiéndolos de forma arrebatada, ella dejó
escapar un sonido entre un suspiro y un gemido. Él tenía las manos ahuecadas en
su rostro para no dejarla retirarse mientras la besaba libidinosamente.
Cuando se
separaron, ambos estaban jadeantes y sonrojados. Él estaba jugueteando con los
dedos en el borde de sus ropas, intentando desvestirla otra vez sin que ella lo
notara.
–Te amo,
princesa, te amo –masculló sin aliento.
–Jerry, debes
dejarme ir.
La princesa
atrapó sus manos para alejarlas de cualquier parte de su cuerpo en la que
quisieran escurrirse. Se levantó y se precipitó hacia la puerta de la
habitación de hotel. Jerry la siguió, torturándola con su desnuda presencia. Si
daba un paso más cerca, se lanzaría sobre ese agraciado cuerpo y dejaría aún
más marcas sobre esa dorada piel.
–No te vayas
–él rogó con voz urgente y suplicante.
Char alargó un
brazo y tocó su mejilla rasposa por esa barba rubia invisible.
–Siempre te
amaré, príncipe.
Sin decir nada
más, dejó la estancia, poniendo una puerta cerrada entre ambos. Jerry lo supo
de inmediato, ella nunca iba a volver, esas palabras acababan de ser su
despedida hasta... ¿otros dieciséis años?
Algo amargo y férvido,
igual que el fuego, corrió a través de sus venas. Furibundo, cogió una lámpara
de la mesa y la arrojó contra la puerta con todas sus fuerzas, el cable lanzó
un chispazo de electricidad al ser arrancado.
Dio un
puñetazo en la pared, la cual se agrietó debido a su fuerza, sus tatuajes
estaban empezando a despedir fucilazos. Salió de la habitación dando un
portazo, alcanzó a Charity en el pasillo y la cogió por un brazo de manera
brusca.
–Charity –la
llamó con ira. Ella se giró para mirarlo, sus ojos estaban húmedos e inyectados
en sangre–. ¿Cómo te atreves a huir? –alzó la voz. Nunca le había gritado,
nunca a ella, a su princesa. No pudo contenerlo–. ¿Vas a decirme que lo que
pasó no significó nada para ti? Si ibas a irte, ¿por qué me has dicho que me
extrañabas y toda esa mierda? No quiero... perderte, entiéndelo –su voz se
quebró–. ¡No quiero perderte de nuevo, maldita sea!
Char secó sus
ojos con el dorso de su mano.
–No tienes
derecho a reclamarme nada –repuso de forma ahogada, conteniendo el llanto–.
Fuiste tú el que llegó con sus canciones de amor. ¡Tú me besaste primero! Y
luego besaste a todas las mujeres que se cruzaron en tu camino. Si lo que
quieres es ser libre, adelante, pero deja de joderme.
A Jerry se le
cayó el alma a los pies. Lo sabía, siempre era su culpa, siempre hacía sufrir a
los que amaba. Él no merecía amar ni ser amado, no merecía a Charity, a nadie.
Siempre lo supo, nació para estar solo, ese era su único destino.
–Eso es,
quédate callado, es un buen momento para no decir una jodida palabra, ¿verdad?
Y, para tu mayor satisfacción, ¡sí, estoy malditamente celosa!
Después de
decir aquello, se dio la vuelta y corrió. Había cometido un error al volver a
estar con él, un error que le había costado su dignidad, su pudor y su corazón.
¿Por qué amar era tan doloroso? ¿Por qué solamente les entregaba su corazón a
los chicos equivocados? Por Jerry, había roto todas sus reglas, había hecho
cosas que juró no hacer jamás, había admitido estar celosa, porque realmente lo
estaba, había violado su código, se había convertido en una plebeya. Pero, al
final, parecía destinada a sufrir en soledad. Tal vez debería haberse quedado
como era antes, fría, codiciosa, vanidosa, presumida. Nada la lastimaba en ese
entonces, nada la derribaba.
Después de
tanto correr, se dejó caer en sus rodillas en medio de una oscura calle
desierta.
Ania escuchó
gritos desde las afueras de la academia, sonidos desafinados y roncos que se infiltraban
en su dormitorio a través de su ventana. Se cubrió los oídos con una almohada,
gruñendo. Ya era suficiente con sus pesadillas como para que un grupo de
adolescentes se pusieran a hacer fiesta bajo su ventana. Sonaba como una
serenata, una canción romántica sin entonación alguna. Si esto era una broma
para ella, estos niños iban a lamentarlo. Nunca le gustó que ingresaran más
chicos a la academia, eran insoportables.
Hastiada, se
levantó para cerrar su ventana, no sin antes echar un vistazo hacia abajo para
lanzar una palabrota a esos jóvenes criminales.
–Eh, ten
cuidado con tus palabras, mi ángel –le respondió perezosamente el chico que
cantaba.
Ania se
congeló al reconocer aquella voz, bajó la vista de inmediato y se quedó mirando
fijamente a Damien, perpleja. Él la vio con los ojos bien abiertos y se largó a
reír luego de un minuto. Había una botella de whisky medio vacía en su mano
derecha, su cabello estaba despeinado, un poco largo y húmedo en algunas áreas,
tenía una camisa azul abierta hasta la mitad del pecho, vaqueros desgastados y
tenis negros.
–¡Te amo,
Hammond! ¡Amor mío, no podrás deshacerte de mí! –él arrastró sus palabras, como
si su lengua fuera demasiado pesada–. ¡Yo soy un bastardo que no te merece,
pero no me importa, te necesito! ¡Moriré si no te tengo, lo juro! ¿Tú quieres
que muera?
Ania frunció
la frente antes de golpearla con su mano.
–¡¿Estás
demente, Bathory?!
Él respondió
con una risa.
–¡Sí, me has
vuelto loco! ¿Por qué todo lo que tengo es malo? Mientras tú, todo lo que
tienes es bueno. Al menos hice algo bien en mi vida y fue amarte. ¡Te amooo!
¡Te amo!
–¡Cállate,
Damien, tienes que callarte! –ella susurró en tono urgente–. Eso sería algo
positivo en tu vida.
–¡Ah, me
duele! –se tocó el lado izquierdo de su pecho–. ¡Le haces daño a mi corazón!
Damien comenzó
a escalar sobre los ladrillos de piedra y enredaderas de la pared. Ania cerró
la ventana.
–¡Vete! –gritó
desde el lado de adentro del cristal.
Damien se
colgó del enrejado para las plantas y abrió la ventana.
–Deberías
poner el seguro más a menudo –le sugirió de modo travieso–. ¿Lo has
considerado? Es peligroso que un chico, medio ebrio, quisiera entrar.
Se sentó en el
alféizar de la ventana con los pies colgando hacia adentro, bebió un sorbo de
su botella y la colocó a un lado.
–¿Cuál es tu
problema, Bathory? ¡Tienes que irte de mi habitación! –rugió con enfado.
–Si me besas,
me iré.
Ania cruzó los
brazos sobre su pecho al tiempo que le dedicaba una mirada homicida.
–Debería
empujarte.
–Sí, deberías
besarme.
–¡Eso no fue
lo que...! ¡Argh, olvídalo!
Irascible, dio
la vuelta y se movió hacia la puerta del cuarto. Antes de poder abrirla para largarse,
sintió aquellos brazos fuertes rodeando su estrecha cintura, su cuerpo
empujándola hacia la madera.
–Te lo
suplico, no me dejes –él la estrujó fuertemente entre sus brazos–. Yo... Ania,
voy a morirme si no vuelvo a besarte. Si no te toco de nuevo... –suspiró–. Por
favor.
Ella se sentía
débil, vulnerable y estúpida. Todo su cuerpo estaba tiritando mientras él
hablaba a susurros contra su piel, provocándole estremecimientos. Él bajó sus
manos hasta sus caderas, lo que supuso que era un peligroso contacto, podía
sentir su masculino cuerpo juntándose al de ella, su esculpido abdomen unido a
su espalda.
Si él seguía
tan cerca, tocándola, tentándola, ella perdería todo su autocontrol. Tenía
miedo de lo que Damien podía hacerle a sus hormonas, de perder el juicio en sus
brazos.
–Déjame,
Bathory –musitó.
Él arrastró
sus manos por encima de su tatuaje, introduciendo sus dedos por debajo de su
camiseta y deslizándolos dentro de sus jeans, el contacto casi le arranca de la
boca un sonido vergonzoso. Decidido, ascendió sus caricias hacia su espina
dorsal, tocando cuidadosamente la línea de huesos hasta detenerse en el broche
de su sostén, el cual abrió sin problemas.
Su otra mano
estaba trabajando individualmente en otro cometido, apartándole el cabello de
los hombros, palpando pacientemente la piel sobre su nuca, cuello y clavícula.
–Te necesito,
mi ángel –balbuceó Damien al mismo tiempo que ponía sus labios tenuemente
encima de su hombro. Besó su cuello de la misma forma dulce.
Juntando toda
su fuerza de voluntad, Ania giró en sus brazos con la esperanza de poder empujarlo.
Se paralizó cuando advirtió que los ojos de humo de Damien estaban mirándola
con absoluta devoción, como si pensara de verdad que estaba observando a un
ángel. La apretó un poco más, acercándola hasta que cada una de las partes de
sus cuerpos, estuvieran tocándose.
Resbaló esas locuelas
manos por encima de sus muslos, acariciándolos suavemente de arriba hacia abajo
por encima de la tela de sus vaqueros, desde sus femeniles caderas hasta sus
rodillas y de regreso, sus dedos se le clavaban en la piel.
Con una risa
coqueta, agachó la cabeza para besarla en la boca. Tan pronto como sus labios
la tocaron, su garganta emitió un sonido gutural ronco similar a un gemido
mientras él movía sus manos subrepticiamente hacia la parte interna de sus
muslos.
Separándose de
su boca, se echó a reír, una risa oscura y endemoniada. Estaba satisfecho por
hacerla gemir de placer, se regodeaba de satisfacción por hacerla perder la
razón, sabiendo, que en ese preciso instante, ella dejaría que le hiciera
cualquier cosa. Había sido tan estúpida.
Él olía y
sabía fuertemente a alcohol, estaba retrocediendo, echándole una devoradora
mirada de arriba abajo. Volvió a sentarse al borde de la ventana, cogió su
botella y le dio un largo sorbo que lo obligó a sacudir la cabeza justo después,
aturdido.
–Fue un
placer... oírte –le dijo de manera triunfante–. Tus sonidos son mejores que la
música, mi ángel.
Argh.
Estúpidos ruidos que salían de su boca.
Cuando Ania
caminó para aproximársele, Damien alzó su dedo índice y lo movió despacio de un lado a otro. Dio un
salto hacia afuera, encaramándose al enrejado, y comenzó a bajar para irse.
Ania llegó
corriendo a la ventana y se asomó, solo para darse cuenta de que él ya no
estaba. O había bajado muy rápido y se había ocultado entre los árboles del
jardín, o había desaparecido. Ella sujetó la botella que Damien había dejado y
la arrojó fuera de su cuarto con ira. Se escuchó el sonido del cristal
haciéndose añicos, de algunas plantas en movimiento, hojas secas siendo pisadas
y un gruñido, que era posiblemente de Damien.
Espantada,
Ania se cubrió la boca con las manos.
–¡¿Estás
bien?! –gritó hacia el jardín.
Nadie
respondió, pero la risa de Damien hizo eco contra los árboles, reproduciendo
ese malicioso sonido varias veces. Estaba bien.
Ella cerró la
ventana y puso el pestillo. Con el pecho acelerado, su pulso elevándose y un
aleteo constante en el estómago, se sentó al borde de la cama. Respiró
profundo, o hizo el intento, estaba mareada, trepidando todavía, al borde del
llanto.
Imbécil Damien.
Suspiró,
parpadeó varias veces para enjuagar sus ojos y se llevó la mano al cuello, que
era lo que siempre hacía cuando se sentía devastada y sola. Sentir la plata
fría en su mano le era reconfortante. Una nota de alarma tensó sus hombros al
advertir que su garganta tenía algo distinto. Algo le faltaba.
Su ángel de
plata. El colgante que Damien le había obsequiado.
Ella lo supo
inmediatamente.
Él acababa de
robarlo.
Larissa separó
sus párpados, vislumbrando con la vista turbia el cielo naranja del alba sobre
su cabeza. Se incorporó con el cuerpo hormigueando, su cabeza dolía, inclusive
más que su cuerpo. Se tocó un costado del cuello, donde halló un par de
rasgaduras alargadas semejantes a rasguños.
Nada.
No recordaba
nada. Ni por qué estaba aquí, ni cómo había llegado, ni cuando. Al bajar la
mirada hacia su torso, notó que tenía marcas en su cuerpo. Moretones, sí, eso
no le pareció muy excepcional, ni tampoco las numerosas heridas o contusiones.
Había palabras
extrañas, de un alfabeto en el que todas las letras parecían escritas al revés,
dibujadas en la parte interna de su antebrazo. También tenía caritas felices
sobre sus hombros y líneas al azar. Se enderezó para mirarse en el espejo retrovisor,
descubrió la letra de una de sus canciones favoritas grabada en su cuello y...
¡¿Bigotes sobre su cara?!
Se frotó la
parte superior de su labio con un brazo y, mientras lo hacía, descubrió algo
lanzado en las alfombras de su BMW. Lo recogió con duda y lo inspeccionó. Era
un papel cuadrado. No, una fotografía, una de un chico verdaderamente
atractivo, firmada con el nombre de:
Joseph Blade.
Un relámpago
de impresión cruzó sus negros ojos. Un segundo más tarde, esbozó una
sonrisilla.
–No soy tonta,
Jerom –dijo para sí misma–. Te dije que me aseguraría de no olvidarte.
Sacó el
teléfono celular de su bolsillo, marcó un número y esperó un breve momento
mientras le contestaban.
–¿Robert?
–masculló con la voz firme–. Tengo lo que necesitas.
32 comentarios:
IJSDKDFHJKFHDFJHFJ SIENTO NO HABER COMENTADO EN EL MARTON STEPH, ESTUVO INCREIBLEEEEEEEEEEEEEE YA ME PASARÉ POR AQUI A DECIRTE TOOOOOOOOOOOOODO LO QUE TENGO QUE DECIRTE♥
Esta loca.
Si se atreve a lastimar a Jerom la mato.
Que capitulo me encanto.
El maraton estuvo estupendo no lo olvides nunca.
Heather y Collin la pareja perfecta, ellos peleando se quieren.
Damien y Ania puro amor deseo que ya regresen.
Jerom estupido debiste no dejarle la foto ahora ella te delatara y a ti te mataran.
No salio ni Anker, ni Nike que tristeza.
Ok sinceramente Char es una tonta.
Que regrese con max la necesita.
Steph en serio amo tus novelas. Eres estupenda.
Al fin estoy volviendo a comentar como antes.
STEEEEEEEEEEEEPH! oye, necesito que me ayudes a hacer un nuevo logo para el fan Page! y quisiera despues que entre todos los lectores recolectar preguntas y hacertelas a ti, y luego publicarlas en el Fan Page! no se que te parece? :') Voy a leer y vuelvo a pasar por aqui hahaha <3333 AHHHH Y para la proxima novela, Puedes usar como personaje a douglas booth skjnmdkldjehbejkneik el de LOL. okya Love, Valen
Hola, siento no aver comentado el maraton pff tuve una semana dificil ._. pero igual quiero decirte que me encanto y que en el momento que leí "El mundo se acabaría antes de que Joseph Blade sienta celos" me puse a gritar como loca, fue demasiado de verdad *-* me encanto todo lo de todos los caps jaja aunque Charity .-. me desespera -.- ok si Jerry beso a mas chicas (ME BESO *-*) pero ella solo necesitaba hablarlo con el -.- no salir corriendo como acostumbra ¬¬ igual me encanto el capitulo.
Bueno Steph la verdad es que estoy de rapido jaja luego paso de nuevo.
Baaew'
Hola soy una nueva lectora. Apenas voy por angeles noctambulos la cual me encanta igual que Tentacion, Seducion, Obsesion, The hotel nighmare, los huesos de charlotte y cementerio para tramposos. Lo se llevo tiempo leyendo y ahora me digne en comentar.
Este blog me lo ha recomendado WilmelizB (Susy) no se equivocaba con lo que tus novelas eran buenas.
Debo decir que leerte me encanta. Su una esceitora principiante. Algún consejo de una experta?? Eres una excelente escritora
uhh! esta excelente coo siempre bueno estoy triste por lo de jeery y larissa creo q se esta equivocando en grande ok ojala q se arrepienta bueno me encanta el cap de esta semana cuidate c:
Tienes que seguirla, eres increible! la novela esta genial.
OMG
Que divinidad de capitulo, me ha fascinado.. perdon por no hacer comentarios extensos como antes pero es que no tengo mucho tiempo D:
Como siempre solo debo decirte que lo estas haciendo de maravilla y que sigas asi...
Damian es un maldito xD que hara con el angel?
Me sigo preguntando con cual de los dos gemelos se quedara larissa
y Char y Jerry deben estar juntos pro siempre si o si!
Att: OneDJobros
OMG!!! Que capitulo, me encanto. Pobre Jerry, una buena, viente malas U.U Colin y Heather, si no hay pelea entre ellos Heather no es Miranda, lo peor que el pibe casi mas arruina todo, pero es Colin, que mas hay que hacer :P
Larissa, que le va a hacer a Jerom, que tenga mucho cuidado con mi chico ?) o sino se mete con migo!!! JAJAJA... si, estoy muy mal, necesito ir a tomar mi medicina :P Super dotada Larissa para acordarse ?)
Espero que tengas muchoos comentarios y que subas pronto el siguiente capitulo. Cuídate y besotes ♥
Muy buen capitulo
SIGUELA siguela
Larissa debe quedarse sola. Me gusta tu novela
Eres la mejor!
OH GOD, SIGUELAAAAA!! por favor esta muy buena
El capitulo fue geniaaaal, que capitulo por Dios.
Eres la mejor, tienes que sgeuir la novela cuanto antes!
Hola soy nueva lectora me dice Maqqi, estoy leyendo El hotel Nightmare aún me falta algo para terminar esa impresionante historia pero pienso seguir leyendo, estoy enferma y mientras hago reposo esa es mi medicina.
Tus novela me las recomendó Florencia (FlooM1)
Eres muy buena escritora, me muero por leer todas las historias que siguen.
De verdad que debes seguirlas tus novelas son impresionantes. Mira que escribes excelente. Larissa no me cae bien pero tampoco me cae mal. Es un misterio con cual de los hermanos se quedara aunque tambien en sus planes esta conquistar a Anker asi que espero a ver que hace. Nike y Jerom son hermosos espero que larissa no se quede con ninguno de los dos.
Execelente
Hola soy nueva este blog me lo recomendo WilmelizB (Susy). Por lo que he leido tus novelas son muy buenas.
ss la mejor escribis genial, no lo dejes por unos pocos comentarios
El capitulo fue jodidamente increible stephany, sin palabraaaaaaaaaaaas, te faltaron las letras rojaaaaaas aunque en color blanco se leían, pesaban & sentían muy bien.
Tengo tantas cosaas que decirte, como un solo capitulo me puede dkjshfjdsgfdsgfdjf♥
Colin & Mir (Para mi siempre será Miranda) son ellos, sus peleas, sus formas de ser tan distintas y sin embargo son como dos piezas de un rompecabezas, no te des dos veces con la misma piedra, Cole no seas idiota, no tienen que cambiar, así no tendría sentido pero por amor uno renuncia a ciertas cosas. tienen que entender que para la nueva Mir todo es un poco bastante confuso.
Me da tanta ternura Jerry & Char, par de idiotas. Se aman y lpm tienen que estar juntos Steph, no pueden separarse mas, no pueden resignarse a ser infelices así sin mas, tienen que luchar para poder hacer real ese amor.
Ania & Damien comos los amo, porque Damien es así, ah porque? tu quieres que comience a odiarlo? los quiero ver bien, todo esto parece tan lejano a aquella primer novela dónde Damien contaba historias de mundos de fantasia completamente reales... los quiero de vuelta steph, amo a esa pareja los amo y los quiero juntos.
Larrissa lpm que no le haga daño a mi Gemelito, por favor que no lo haga, ni el ni ella lo merece, supongo que de estar en su lugar actuaria así, a fin de cuentas es su vida la que esta en juego pero lpm. si le hace algo a Jeron la matooooooo, no quiero que Larrissa se vuelva en la mala de la pelicula, no quiero verla como mala, me agrada, ha sufrido demasiado ya.
Steeeeeeeeeeph el maratón fue increibleeeeeeeeeee, no pude comentar y de hecho en este preciso momento debria estar durmiendo pero estoy aca y es donde quiero estar, Steph tus novelas son ese algo que me jfdhjfhdjghks y nunca me falla, el día en el que veas que mi comentario falta, mas de dos veces seguidas puedes preocuparte porque o me eh raptado a un Jonas y me estoy divirtiendo o me pasó un tren por arriba y en el cielo no existen las Laptos, es en serio Steph, así como no quiero que tus noves me falten yo no quiero faltarte a ti tampoco, te las arreglarias peeeeeeeeeerfectamente linda, pero me gusta ser de apoyo psicológico al menos, posiblemente comiences a notar comentarios mas escasos, vacios, y quisas mi ausencia algunas veces, odio los comentarios cortos pero se vienen tiempos algo complicados, no malos, pero el ultimo tiron para finalizar el año, pruebas, examenes, cumpleaños y una vida que intentar vivir. Pero nunca nunca dejaré de estar acá, Entro todos los lunes y casi siempre leo los capitulos ahi, vuelvo a entrar los miercoles ''Por si acaso pasa algo y Steph aparece magicamente'' luego entro los viernes, los sabados, unas de esas cuantas visitas que aumentan con notoriedad son mias xD
Steph te quiero muchísimo, eres de las mejores escritoras y una persona muy especial en mi vida, no dejes de hacer lo que amas, no renuncies a tus sueños lucha, lucha hasta las últimos consecuencias, ''No dejes que tus miedos tomen el lugar de tus sueños'' ♥
Muy buen capitulo me encanto.
Siguela escribes muy bien
siguela siguela siguela siguela
Me ha encantado el capitulo La verdad me impresionas
Espero pronto capitulo
Me encantan todas tus novelas
Sube sube
Amo cada novela tuya
Ya quiero que suban cap
Esta novela es estupendaaaaaaa, sabes que a veces se me hace difícil comentar y publicar pero eso no significa que haya olvidado este precioso mundo, el capitulo fue Genial, cole y Heathers, Damien & Ania, Jerry & Charity, Jerom y Larrissa...
Todo fue increible, tienes que seguirla pronto, no quiero que Larrissa le haga daño a algún gemelo.
Publicar un comentario