Capítulo
1: Las Doce Princesas Bailarinas
La noche se había arraigado en el castillo real,
trayendo a su paso los secretos que una joven dama oculta. Sonreí de manera
coqueta hacia el Conde Diácono mientras sostenía su copa de vino en una mano.
Me incliné en una reverencia.
–Beba usted su vino, buen señor, me haría un gran
honor al aceptar el néctar de los dioses que servimos en el castillo.
El olor del vino era penetrante, ligeramente ácido,
pero dulce al mismo tiempo. Era un fragante aroma a cerezas, granadas y pétalos
de rosa. Oh, sí, y a una pócima de somnolencia. La sonrisa del mozalbete fue acogedora,
sus ojos oscuros tenían un sagaz resplandor a través de sus largas pestañas. Él
era alto, tenía la tez pálida y utilizaba su cabello negro corto. Era apuesto,
al estilo de todos esos príncipes.
–Que duerma bien, señorita Winterborough –me dijo de
manera galante.
Hice una pequeña inclinación de cabeza.
–Le deseo lo mismo, mi lord.
Siempre me he considerado frágil, propensa a
romperme. Igual que una flor a la que se la aleja de la tierra, o el sol, o el
agua. Fácil de marchitar. Tiemblo al pensar en lo que nos haría mi padre si
descubriese con certeza el asunto de nuestras escapadas nocturnas. Era el
tercer día de prueba del Conde Diácono, esta noche volvería a quedarse
profundamente dormido y al amanecer sería condenado.
Cuando la luz del sol comenzaba a despuntar desde
las montañas, mis hermanas y yo nos escurríamos bajo nuestras sábanas con
sigilo y aparentábamos dormir, tal como si toda la noche lo hubiésemos estado
haciendo.
Cada mañana, a la misma hora, la doncella entraba a
nuestro dormitorio. Y sus gritos hacían crepitar el castillo tan pronto como
descubría el pequeño desliz que nos delataba. Nuestras zapatillas desgastadas
por tanto bailar. Ésa era la razón por la que el rey estaba receloso, la razón
por la que comenzó a preguntarse si realmente dormíamos cada madrugada.
–¡Santísimo cielo, qué calamidad! –resonaban los
lamentos exagerados de la doncella–. Tendrá que enviarme al pueblo a comprar
otros doce pares de zapatillas, Su Majestad. A este paso, toda la fortuna del
reino será derrochada en calzado.
Cada día era necesario comprar nuevas zapatillas
para las princesas. Ésas seríamos mis hermanas y yo. Y sí, somos doce. Morissette,
Adara, Agatha, Scaura, Lorette, Clementine, Annalis, Dolabella, Micaela,
Eudoxia, Genovive y yo.
Mi nombre es Luciana Winterborough, tengo diecisiete
años y soy la princesa de Etruria. Una de ellas. La menor de mis hermanas tiene
catorce años, la mayor, veinticinco. Todas somos solteras e inmortales, lo que
significa que dejamos de envejecer cuando alcanzamos la edad adulta.
Mientras los refulgentes destellos tibios de la luz
solar traspasaban las espesas cortinas, abrasando mi nívea piel, me dejé vapulear
por la densa bruma del sueño. Fui arrastrada hacia las tinieblas, tal como si
cayera en medio de una tormenta.
Y ahí estaba él.
Ese oscuro caballero de mis sueños en su negro
corcel. Ese salvaje pirata.
Todo lo que podía distinguir tras la neblina era su
masculina silueta entre las penumbras. Era un muchacho alto, con la más
impresionante piel morena que jamás había visto, los ojos de un rutilante matiz
violeta y el cabello de plata, al igual que la misma luna.
Sus rasgos estaban recortados por las sombras, pero
aun así lucía agraciado. Estaba hecho de plata y bronce, como una escultura.
Era esbelto y atlético, con una postura depredadora y elegante al mismo tiempo.
Asimismo, era peligroso. Tenía un aura letal que helaba mis huesos y secaba mi
garganta, impidiéndome tragar. Su sonrisa era la misma del diablo.
Después de vacilar un segundo, alcé mis faldas y
eché a correr hacia la negrura. La misma oscuridad era menos aterradora que el
joven que me seguía. Pero, de una u otra forma, él siempre conseguía atraparme.
Sentí sus brazos apretujándome desde atrás, su respiración lenta sobre mi nuca.
Incluso podía sentir la sombra de una sonrisa en sus labios. Jadeé, incapaz de
hacer otra cosa.
–Corre –murmuró el caballero oscuro contra mi
cuello. Todo mi cuerpo se estremeció debido al contacto con su frígido aliento.
Ante mi tentativa de gritar, me cubrió la boca bajo una de sus manos–. Sabes
bien que siempre te encontraré.
No me lastimes, por favor. Rogué dentro de mi cabeza
al tiempo que el mundo se inundaba con voces, súplicas.
Le ruego, Su Alteza,
necesito un día más...
Desperté, sudorosa, sofocada, envuelta en un
embrollo de sábanas mientras oía las constantes peticiones del Conde Diácono
desde el pasillo. Dolabella se metió en mi cama para despertarme.
–Lucy, ven a ver.
Micaela me agarró de los tobillos para tirarme fuera
de la cama. Chillé y la perseguí en círculos alrededor de la habitación hasta
que todas terminamos amontonadas detrás de la puerta al tiempo que escuchábamos
las súplicas dirigidas a papá.
–He estado muy cerca de hallarlas –decía el Conde
Diácono–. Si me concediera esta noche, le juro que encontraría el paradero de
las princesas durante sus escapadas nocturnas. Por favor, se lo ruego.
Observé a través de una diminuta abertura de la
puerta cuando el hombre se arrastró en sus rodillas, siguiendo a mi padre a lo
largo del pasillo. Los guardias lo atraparon para llevarlo fuera. Esta tarde,
sería la ejecución pública de este caballero en la plaza de los condenados.
Nuestro padre era poco piadoso, había aprendido a ignorar esos ruegos a lo
largo de su vida.
Él siempre nos decía: No hagan caso de esos pícaros hombres que les rueguen. Los ladrones
quieren piedad, los asesinos quieren piedad. ¡Todos la quieren! El problema es
que la mayoría no la merece.
Una señorita nunca olvida los consejos de sus
padres.
Todas mis hermanas eran bastante unidas, entre ellas
y conmigo, es por eso que siempre íbamos juntas a todas partes y compartíamos
habitación. Cuando nos llamaron para almorzar, nuestras doncellas individuales
nos separaron para bañarnos, vestirnos y peinarnos, como era habitual.
El cuarto de baño era un gran salón con suelos de
madera oscura, una bañera hecha de roble en medio y una enorme ventana que daba
a los jardines e iluminaba el aposento sutilmente. Era una mañana fresca, colmada
de sol y viento. Mientras la criada llenaba la tina con cubetas de agua, yo
danzaba a través de los rayos del sol, dejando que la brisa primaveral se
escurriera bajo el camisón de mi pijama.
Mi indumentaria estaba colgada en el armario, de
modo que me dirigí hacia él para elegir el vestido que usaría esta noche. Cogí
unos cuantos y los apreté contra mi pecho, imaginando lo hermosa que me vería
metida en ellos.
Me avizoré en el espejo de cuerpo entero, la chica
en mi reflejo me devolvió la sonrisa. Ésta tenía una desordenada melena
pelirroja, grandísimos ojos verdes, piel pálida, ligeramente dorada, pecas
cubriendo su pequeña nariz, pies descalzos y un cuerpecillo delgado encubierto
bajo la camisola.
–Excelente elección, princesa Luciana –habló Nora, mi
nana, refiriéndose al vestido que traía en mis manos–. Apuesto a que cuando lo
uses tendrás una fila de apuestos príncipes pidiendo tu mano. ¿Cuándo piensa
usted contraer matrimonio?
La señora había entrado a la estancia con su estrafalaria
vestimenta, su tocado grotesco y su sombrero gigante. Su cabello estaba gris, a
pesar de que no era tan mayor, su sonrisa era cansada y sus ojos extremadamente
amables.
–No voy a casarme hasta estar enamorada –afirmé con
una sonrisa soñadora antes de comenzar a desvestirme.
Me metí poco a poco en la bañera, acostumbrándome a
la temperatura del agua gradualmente, al mismo tiempo que la servidumbre
recogía el desastre que había dejado a mi paso.
–No querrá esperar demasiado, princesa Luciana
–continuó Nora–. Los hombres prefieren a las damas jóvenes. No se ofenda,
muchacha, pero pienso que sus hermanas mayores son demasiado viejas para
conseguir un marido. Sé de mozas menores que tú que ya tienen hijos incluso. En
mis tiempos, nos convertíamos en señoras antes de los doce años.
Puse mis ojos en blanco.
–Se equivoca, señorita, cualquier hombre estaría
encantado de casarse con mis hermanas. Todas son hermosas y lo serán por
siempre. Recuerde que el tiempo no es una molestia para nosotras. Sobre los
hijos... –sonreí–. Me gustan los niños, quisiera tener muchos de ellos. No
sería completamente mujer si no tengo hijos.
Una de las criadas se encontraba lavando mi cabello,
otra mis piernas y otra mis brazos. Yo estaba recostada, contemplando la vista
de las montañas a través del ventanal abierto. Los sonidos de la mañana eran
vigorizantes, el galope de los unicornios, el canto de los pájaros en esa
antigua lengua etrusca, la brisa silbando entre los árboles.
–Música –farfullé hacia mi nana–. Nora, rápido, trae
a uno de esos trovadores y que toque el violín para mí.
La mujer pareció horrorizada por mi petición.
–Señorita, nuestros músicos son hombres, no pueden
verle desnuda.
Largué un resoplido bajo.
–Háganlo tocar tras el biombo.
Así me deleité con la melodía de las cuerdas al
tiempo que las doncellas se encargaban de vestirme y peinarme. Una de ellas
apretaba mi corsé, la otra acomodaba mis enaguas y la última trenzaba mi larga
cabellera roja anaranjada.
Cuando bajé a comer, me senté entre Annalis y
Agatha, lo cual no era una buena idea, ya que ambas eran excesivamente
conversadoras y prácticamente me tiraban fuera de la silla para cuchichearse
toda clase de rumores que ambas habían escuchado.
El ambiente estaba impregnado del agridulce aroma de
la salsa del pavo que preparaba nuestro equipo de cocineros. Además, olía tenuemente
a especias, fruta fresca, girasoles blancos y a un exquisito vino que moría de
ganas por beber. Podría jurar que era un néctar antiguo, con mil o mil
quinientos años.
Mi padre, con su imponente postura, tomó asiento a
la cabeza de la gigantesca mesa de madera pulida. Su silla era la más elegante,
con cojines de terciopelo y acabados en oro. Él nos lanzó una especulativa
mirada, como si estuviera a punto de comenzar con otro de sus interrogatorios
sobre nuestras fugas nocturnas. Pero, de repente, una de las criadas irrumpió
en la habitación, luciendo pálida y agitada.
–Su Alteza, el Sr. Von Däniken, aspirante al oro
–masculló sin aliento, nerviosa.
Ahí va de nuevo, pensé, otro caballero que pretende descubrir nuestras
travesuras. ¿Por qué no acababan de rendirse de una buena vez?
De inmediato, mis ojos inspeccionaron al joven que
se apareció en el comedor. Mi rostro perdió todo su color.
Él era un pirata de bronce y plata.
Su piel era exquisitamente tostada y su cabello
plateado blancuzco caía sobre su frente, cubriendo sus maliciosos ojos
violetas. Su vestimenta no era como la de ningún muchacho etrusco, tenía tres
aros de plata perforando su oreja, utilizaba una chaqueta informal de cuero
sobre una camiseta blanca, pantalones negros y zapatos sencillos pero
elegantes. El Sr. Von Däniken no podía tener más de dieciocho años, era alto,
atractivo, con un atlético cuerpo.
Era el caballero oscuro de mis sueños.
La atmósfera se saturó de una extraña energía que
hizo erizar los vellos de mi nuca. Sentí miedo. Verdadero miedo palpitando a
través de mis venas. Había algo totalmente equivocado en el hecho de que un
personaje que atormentaba a mi subconsciente estuviese aquí. Él era peligroso.
Hermoso. Atractivo. Nuevamente peligroso.
Cada rasgo en su cara era hipnotizador, hechizante.
Había una asfixiante sensación en mi pecho que me decía que me levantara y lo
tocara, había fuego en mi sangre, incitándome a acercarme. Una parte de mí
gritaba por tenerlo más cerca. La otra estaba temblando de pánico.
Me quedé inmóvil, petrificada en mi sitio, tragué
grueso y me percaté de que había dejado de respirar. El chico no me estaba
mirando, o a cualquiera de mis hermanas, sus ojos estaban estacionados
desafiantemente sobre los de mi padre.
–Lord Vittorio –le habló al rey, su voz seductora
haciendo eco por toda estancia–. Vine por el oro y no me iré sin él.
Mi padre esbozó la sombra de una sonrisa.
–Me alegra que pienses eso –contestó de forma
calmada y profunda–. Noto que estás herido, muchacho, ¿qué te ha pasado?
Me fijé en la mancha de sangre que se extendía por
el costado de la camisa blanca del Sr. Von Däniken.
–Una lucha de honor, solo eso.
Mi padre llamó a una de las doncellas.
–Magdalena, haz que curen al caballero y háganle
sentirse cómodo.
Mi corazón saltó hasta mi garganta cuando aquellos llameantes
ojos con pupilas de plata se estacionaron sobre los míos. Un estremecimiento
ascendió a través de mi columna vertebral. Había visto antes esa mirada, no
obstante, en la realidad era mucho más atemorizante. Me obligó a esconder mi
rostro, reposé mis ojos sobre mis manos.
No podía pensar con la presencia de ese joven en la
cercanía, apenas lograba respirar con dificultad, tal como si mis funciones
vitales se hubiesen detenido de pronto. Él era una sola cosa en mi vida. Mi
pesadilla.
Y ahora estaba aquí, en carne y huesos.
No puede ser cierto, me dije en mis
pensamientos, sólo se le parece. No lo
has visto demasiado bien en tus sueños, Luciana. Es imposible.
Tan pronto como el Sr. Von Däniken se retiró
silenciosamente, mis hermanas comenzaron a susurrarse cosas sobre su belleza y
atractivo masculino. "Tiene que ser un pirata, o un gitano, para vestir de
esa manera tan extraña y tener ese bronceado inmaculado". "¿Crees que
quiera casarse?". "¿Qué tal si no es soltero?".
Para cuando sirvieron la comida, mi apetito se había
esfumado. Annalis tocó mi brazo.
–Luciana, ¿te encuentras bien? –me preguntó en voz
baja.
–¡Luce como si acabara de ver un fantasma! –exclamó
Micaela.
Probablemente...
–Luce como si acabara de enamorarse –dejó escapar mi
padre en un gruñido.
Abrí ampliamente mis ojos al mirarlo, atragantándome
con el vino que descendía por mi garganta.
–Padre –alcancé a balbucear mientras endulzaba mi
néctar con una cucharada de miel–. Ese pensamiento es sencillamente ridículo.
¿De quién iba a enamorarme? ¿Del pirata plebeyo que acaba de irse? Eso no es
posible.
Papá me dedicó una sonrisa que tenía un atisbo de suspicacia.
–Más te vale, Luciana, me parece que mereces algo
mejor.
Algo mejor... pensé.
Merecía enamorarme de un hombre artístico y
sensible. Solo eso. No pedía mucho más. La verdad no me interesaba si era
adinerado, o pobre, o noble, o esclavo. Quería a alguien que me amara con todo
su ser, apasionado, aventurero.
Traté de distraer mis pensamientos tocando el piano
durante la tarde, mientras que al anochecer me preparé mentalmente para la
rutina de cada noche. Mis dedos temblaron mientras vertía el polvo de
somnolencia en la copa del Sr. Von Däniken. Había intentado convencer a mis
hermanas de que estaba enferma, de que no podía hacer esto esta noche. Todas se
habían reído y habían ignorado mis súplicas.
No sabía por qué me ponía tan nerviosa el saber que
estaría cerca de ese misterioso muchacho. O tal vez lo sabía. ¡Era mi pesadilla
hecha realidad! De inmediato recordé a mi institutriz hablándome sobre cómo, en
algunas ocasiones, los monstruos de la dimensión de los sueños podían liberarse
en el mundo a través de la magia negra.
Por los dioses. ¿Acaso éste era uno de esos
monstruos?
Temblé ante el pensamiento.
Me dirigí con irresolutas zancadas hacia el pasillo,
donde había un cómodo sillón fuera del dormitorio, junto a la puerta. De modo
que si saliéramos durante la noche, cualquiera de los caballeros, aspirantes al
oro, pudiera darse cuenta de nuestra discreta huída.
Casi me congelé al darme cuenta de que el Sr. Von
Däniken ya estaba ahí. Mis pies se sentían cada vez más pesados cuando
intentaba avanzar sobre la alfombra para acortar la distancia que nos separaba.
Santo cielo, era como si mi vestido se estuviese
convirtiendo en hierro. Sin razón aparente, un sudor frío cubrió mi pecho.
Él estaba sentado con las piernas cruzadas de la
manera más masculina que había visto jamás, con un tobillo apoyado sobre su
rodilla. No era muy educado sentarse de esa manera, ni siquiera para un hombre.
Sin embargo, en él no podía lucir más interesante. Su postura era incluso
elegante, tenía un codo apoyado el reposabrazos de la silla y su barbilla
descansaba sobre su puño cerrado.
Bien, tal vez no era su postura, sino la forma en la
que parecía un peligroso predador. Frotó su barbilla con sus dedos en un gesto
pensativo, a pesar de que su expresión era estoica. Cada poro de su cuerpo
exudaba rebeldía, tenía sus ojos estacionados en la pared, donde colgaban las costosas
pinturas antiguas con marcos de oro.
–¿Eres tú? –preguntó en su exótico acento,
refiriéndose a la mujer de la pintura. Su comentario casi me hizo saltar por la
sorpresa.
–Mi madre –aseveré en voz baja. Había sido difícil
que mi voz saliera de mis labios.
El mozo se arrellanó en su sillón y se volvió para
mirar la copa entre mis dedos, sus labios tenían una mueca torcida que me hacía
pensar que quería sonreír.
–Es bonita.
Me aclaré la garganta.
–Era.
Ella había muerto dando a luz a la más pequeña de mis
hermanas, Genovive. Yo tenía unos tres años para ese entonces.
–Oh –fue lo único que dijo el Sr. Von Däniken
mientras examinaba detalladamente el corredor–. Todo aquí es muy fino, ¿verdad?
–me lanzó una perversa mirada de pies a cabeza.
Mi cuerpo entero se sonrojó a medida que sus ojos me
estudiaban. Sentía como si me estuviera desnudando, como si su mirada
irrumpiera en mi alma. Era tan potente que se asemejaba a un vivo, candente
contacto. Me estremecí cuando, finalmente, observó mis ojos. La expresión en su
cara era una despiadada mueca de triunfo.
–Yo... yo sólo... –recité mis líneas–. Beba usted su
vino, buen señor, me haría un gran honor al aceptar el néctar de los dioses que
servimos en el castillo. Para que brinde por nosotras, y tenga suerte.
Extendió su mano para coger la copa y nuestros dedos
se rozaron brevemente. Retrocedí de un salto cuando una oleada tórrida de
energía se extendió desde las puntas de mis dedos hasta lo alto de mi brazo. Por
suerte, él fue ágil atrapando la copa antes de que resbalara de mi mano al
suelo. Estaba riendo, como si disfrutara de una personal broma privada. Me
enfureció.
–¿Está usted riéndose de mí? –inquirí con desplante.
Su sonrisa se hizo más amplia.
–¿Cómo cree? –dijo después de beber un trago de la
copa–. No podría burlarme de una señorita tan agraciada y elegante.
Fruncí el ceño.
–Que pase buena noche –hice una reverencia antes de
retirarme.
–Igualmente, princesa.
Todas mis hermanas estaban apretujadas tras la
puerta en el momento en el que regresé al dormitorio. Me lanzaron acusadoras
miradas que no logré comprender.
–¿Qué?
Dolabella tenía unos soñadores ojos amarillos, el
cabello rubio y dieciocho años de edad. Era la más hermosa de mis hermanas, la
más delicada.
–Lucy, ese caballero es precioso –me recordó–. Es
tan exótico y misterioso.
–Bella, no es demasiado educado –rebatí de forma
altiva.
–No lo conoces tan bien –refutó Clementine,
sosteniendo contra su pecho el vestido que utilizaría esta noche.
Ella tenía veinte años, largo cabello negro, la piel
tan blanca como la nieve, los labios fuertemente escarlata y los ojos verde
oliva. Era la más tímida entre todas.
–No hace falta conocer mucho a alguien para
percatarse de su falta de educación –repuso Scaura.
A sus veintidós años, Scaura era la más arrogante,
tenía el pelo negro, corto hasta el cuello, extremadamente lacio.
Tomé un vestido verde de la cómoda.
–¡Querida! –chilló Morissette, la mayor de mis
hermanas–. Ése es justo el color de tus ojos, estarás preciosa.
Lorette hizo una cara coqueta.
–¿Estás segura de que quieres usar ese escote tan
atrevido? Quiero decir, tus pechos se verán exuberantes y apretujados por el
corsé.
Observé el vestido, que tenía unas pequeñas mangas y
un corte cuadrado en la parte superior, el cual acentuaría mis atributos,
dejando a la vista la mayor parte del área contigua a mi clavícula. Me sonrojé.
–Eso no significa que no se verá bellísima
–intervino Micaela, quien era un año menor que yo–. Debes ponértelo.
–Lo usaré –decidí, sonriente.
Todas mis hermanas soltaron chillidos y risitas
pícaras. Les arrojé miradas fulminantes.
Mientras nos arreglábamos para nuestra velada, nos
colocamos una delante de la otra, formando una fila para que cada una peinara a
su hermana menor. Tuve que alisar el enmarañado cabello castaño de Mica, puesto
que era la hermana que seguía después de mí. Le hice el peinado más elaborado
que conocía.
Más tarde, todas nos ayudábamos la una a la otra con
nuestra ropa interior e indumentaria en general. Yo estaba utilizando
únicamente medias, bragas y corsé cuando me percaté de que la puerta de la
alcoba estaba parcialmente abierta. Largué un sonido de disgusto, aspirando
aire de golpe por la boca.
–¡Ese bandido nos ha estado espiando! –clamé por lo
alto.
Todas mis hermanas saltaron y gritaron horrorizadas.
Genovive, la más pequeña de todas, se envolvió en sábanas para aproximarse a la
puerta.
–Chist –nos hizo callar–. No es posible, escucho sus
ronquidos. Tiene que haberse quedado dormido, la pócima nunca falla.
Entorné mis ojos antes de asomarme a través de la
rendija de la puerta. Efectivamente, lo hallé hermosamente relajado contra el
sillón, haciendo sonidos de ronquidos débiles. Mis hermanas se rieron.
–Es un tonto, está sumergido en sus sueños –oí decir
a Eudoxia.
–Es apuesto incluso cuando duerme –susurró Adara.
A mí todavía me parecía extraño. ¿Quién sino podría
haber abierto la puerta? Estaba segura de que la habíamos dejado cerrada. No
obstante, mis hermanas no prestaron demasiada atención a ello. Al menos tenía
el consuelo de que le había visto probar el vino. Un trago era suficiente para
hacerlo dormir hasta el amanecer.
Nos escurrimos de manera cautelosa a la habitación,
nos vestimos, pellizcamos las mejillas la una de la otra, para ruborizarnos, y
nos colocamos nuestras nuevas zapatillas. Había doce pares a lo largo de un
estante en el vestidor. Por último, nos contemplamos en los espejos, admirando
nuestra belleza mientras nos hacíamos cumplidos las unas a las otras.
–No sé por qué –mencioné, insegura–, tengo miedo; me
parece que esta noche no van a salirnos las cosas bien.
–No seas tonta –me reprendió Morissette–, siempre te
asustas. ¿Por qué habría de ser distinto? ¿Crees que este pobre muchacho tan
simple va a poder hacer lo que no pudieron tantos príncipes? Oye como ronca;
casi ni hacía falta darle el vino. Vamos, vamos, no te preocupes.
Ella se subió a su cama con gracia y dio tres
palmadas en el centro. La cama se hundió y en su lugar apareció nuestra trampa
secreta, que se trataba de una abertura en el suelo con unas escaleras que
descendían.
Una por una, bajamos por la escalerilla. Yo fui la
última, me retrasé dando miradas por encima de mi hombro, asegurándome de que
nadie nos seguía. A continuación, tropecé hasta casi caer. Algo había tirado de
mi vestido. Di un gritito.
–¡Alguien me pisó el vestido!
Mis hermanas se volvieron a verme.
–¡Boba! Lo habrás enganchado en un clavo. Vamos,
pronto.
Al final de la escalera, cruzamos un larguísimo
pasillo oscuro con paredes de piedra, las cuales estaban levemente agrietadas.
A través de aquellas grietas se filtraba una escasa luz violeta proveniente de
la luna de Somersault.
Sentí una terrible presión en el aire, como si todo
el oxígeno se estuviera agotando y mis pulmones se estuvieran haciendo
pequeños. Era la misma sensación que tenía en mis sueños cuando él estaba
cerca. El misterioso chico de bronce.
Llegamos hasta el jardín de plata, donde cada hoja,
cada flor y cada árbol estaban hechos de plata. Inclusive el suelo bajo
nuestros pies relucía igual que un espejo plateado iluminado con leves
destellos violetas. Era precioso. La Ciudad Violeta era un mágico mundo de
ensueños.
Mis hermanas se apresuraron, ansiosas por ver a
nuestros príncipes esta noche. Yo, al igual que siempre, disfruté del paisaje,
observé a los hermosos pájaros de plata revoloteando en las cimas de los
árboles y a las pequeñas ardillas de plata cascando sus nueces plateadas.
De pronto, escuché un crujido a mis espaldas y me di
la vuelta. Nada. No había nada ni nadie.
–¡Ay! –me quejé con sobresalto–. Algo pasa. ¿No
oyeron ese ruido?
–Lucy, no seas tonta, apresúrate –Agatha y Annalis
tomaron cada uno de mis brazos, halándome con ellas al mismo tiempo que todas
largaban risitas crueles, burlándose de mí.
En el bosquecillo de oro, los pájaros cantaban
melodías doradas que resonaban en mis oídos y el aire frío traía consigo un
picante aroma a canela. Una vez más, oí un crujido detrás de mí. Traté de
quejarme, pero mis hermanas volvieron a ignorarme. Continuamos a través de la
arboleda de cristal, donde los robles transparentes lanzaban destellos cegadores
a mis ojos, haciéndome verlo todo como si mirara a través de vidriosas
lágrimas.
Ruidos me hicieron trepidar de nuevo, similares a
unos pasos que me seguían de cerca. Podía sentir incluso el calor de una
presencia, su energía. Cuando me giré, vislumbré una sombra reflejada en el
suelo transparente.
Era como una figura gris oscura, distorsionada. Abrí
la boca para gritar, pero mi voz estaba presa en mi interior. Después de un
minuto, el sonido salió. Lo más escalofriante de la escena, era que no había
nada o nadie que estuviera haciendo que aquella sombra se reflejase sobre el
cristal. Corrí para reunirme con las demás, jadeando.
–De verdad –farfullé entre respiraciones cortas–.
Tengo miedo, algo va a suceder esta noche. Lo presiento.
Nuestra familia venía de un poderoso linaje de
adivinos etruscos. Normalmente, cualquier presentimiento que pudiéramos tener,
debía ser tomado en serio.
–Luciana, llegaremos tarde, estás retrasándonos –me
reprendieron mis hermanas mayores–. Si continúas con tus lamentos y gemidos, te
dejaremos aquí.
Junté mis cejas en mi frente, furibunda.
Al final del bosque de cristal se extendía un
formidable lago de aguas púrpuras, en el cual doce barcas nos esperaban a sus
orillas, cada una con un apuesto príncipe enmascarado que se encargaría de
remar hacia el palacio donde se celebraría el baile de esta noche.
Seguí a mis hermanas y salté dentro de una de las
barcas, ésta se tambaleó hasta casi tirarme fuera. Lo cual habría sido una
desgracia. Todo el mundo sabía que cualquiera que cayera dentro de las aguas
púrpuras de la Ciudad Violeta, desaparecería sin dejar rastro.
El príncipe remero sostuvo mi mano justo a tiempo,
dedicándome una sonrisa encantadora, a pesar de que la mitad superior de su
rostro estaba cubierta bajo aquella máscara. Galantemente, besó el dorso de mi
mano.
–Qué placer verla de nuevo, Lady Luciana.
Hice una reverencia antes de tomar asiento.
–Lo mismo digo, mi lord.
En medio del lago flotaba un gigantesco castillo con
compleja arquitectura, hecho de mármol, cristal y oro, adornado con numerosas
torres en punta que parecían alcanzar lo más alto del cielo. Estaba repleto de
luces y poseía grandes ventanales, por los cuales se escapaban los melodiosos
sonidos de una orquesta. Era una vista cegadoramente hermosa.
Mientras que mis hermanas saltaban hacia el muelle
que conducía al castillo, nuestra barca se estaba quedando extrañamente
retrasada. Observé el modo en que el remero se esforzaba para ir más rápido.
–¡Qué raro! –dijo al cabo de un rato–. Esta noche
pesa mucho mi barca y me estoy quedando atrás.
Entramos en parejas al precioso palacio, mi brazo
aferrado al de mi compañero, mi sonrisa espléndida por la emoción que sentía,
mi corazón martillando.
–¿Quieres bailar? –susurró el príncipe a mi lado–.
¿O prefieres beber un vino dulce?
Mi piel se erizó al contacto con su aliento.
–Tomaré un vino por ahora –le respondí con una
coqueta sonrisa.
Nos sentamos para beber de nuestras copas al tiempo
que charlábamos.
–¿Cuándo me dirá su nombre, mi lord? –le pregunté de
forma tímida–. No es justo que sepa tan poco sobre su identidad cuando usted
sabe tanto sobre la mía.
Él esbozó una sonrisa.
–Qué rápido has bebido tu néctar –desvió mi atención
hacia mis manos.
Para mi sorpresa, mi copa estaba vacía.
¿Qué? ¿Cómo? Tan sólo había bebido dos tragos.
Estaba casi segura...
Sacudí la cabeza.
–Dioses, no...
–¿Más? –me ofreció mi compañero.
Aturdida, asentí con la cabeza. Él fue por más vino de
barril mientras que yo miraba a mis hermanas bailar o conversar con sus
respectivas parejas. Micaela danzaba con un joven misterioso que siempre vestía
de blanco. Salvo por sus guantes, máscara y zapatos, que eran de color negro.
Su cabello era rubio pálido, su tez lechosa.
Cada uno de los príncipes era fabuloso y atractivo,
contemporáneos a la edad respectiva de cada una de mis hermanas. Dolabella
bailaba con un muchacho alto de cabellos castaños, Madeleine con un caballero
vestido de azul. Todas tenían abundante confianza con sus parejas de baile y,
sin embargo, mi compañero ni siquiera me había dicho su nombre.
Algunas de mis hermanas inclusive habían sido
besadas por sus caballeros, lo cual era un secreto de muerte, puesto que mi
padre ordenaría cortar las cabezas de los príncipes si supiera sobre esos
comportamientos indecentes. O, en su defecto, forzaría unos cuantos
matrimonios.
Mi pareja de baile regresó con otra copa llena para
mí.
–Nicodemus –balbuceó. Hice un mohín, preguntándome
si ése era el nombre de algún néctar nuevo–. Ése es mi nombre –me aclaró–. Es
horrible, ¿cierto?
Me reí.
–Oh, es usted un tonto. Es un nombre sofisticado y
masculino.
Cogí mi copa para beberla y me quedé petrificada. De
nuevo, estaba vacía. Nicodemus frunció el ceño hacia mi bebida.
–De acuerdo, algo raro está pasando –aceptó–. Pero
es Somersault, cosas extrañas suceden. Iré a servirte otra copa.
Tan pronto como dejó la mesa, otro caballero
apareció en su lugar. Lo primero que noté fue su prominente altura. Estaba
vestido de negro de pies a cabeza y utilizaba una capa con una capucha sobre su
cabeza. Su rostro quedaba oculto entre las penumbras.
–¿Me permite esta pieza, Lady Luciana? –murmuró.
Un estremecimiento entumeció mi cuerpo.
41 comentarios:
Que bien escribes!!!
En serio leo tus novelas desde hace tiempo y aún así me he quedado ¡¡¡GUAU!!!
que calidad y que expresividad en describir los paisajes y a los personajes y me ha encantado.
SIGUE ASÍ
hay por dios siguele esta increible me muero de la emocion
POR DIOS STEPHANYYYYYYYYYYY, ¿POR QUÉ NO HACES TU CAPÍTULO MÁS LARGO?, NO ME HAGAS ESTO, YA QUIERO LEER TODA LA HISTORIA, really.
Me encantado stephany, ¡síguela!.
Quisiera concurso pero no escribo bien, haha.
NO PUEDO CREER QUE ESCOGIERAS A FRANCISCO COMO NICO, CASI ME DA INFARTO, TENGO FOTO DE EL EN MI COMPUTADORA, ES TAN HERMOSO*-*,
pero sin duda ya quiero conocer más a Sebastián. Por alguna razón yo pensé que Sebastián iba a ser un principe, ¿es un gitano?, no me quedo claro. haha
Por qué sacaste a Jerry y al Timeus, ¿no están?, gqywertwrweyfugsdhjgfsdh quiero llorar. cruel.
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Bueno, me encantó, ya quiero leer el próximo capítulo, ójala comenten más de 40. {le estoy haciendo publicidad al blog en mi twatter, realmente espero que más personas lean sus historias, son geniales}
bueno un beso y un abrazo.
atte: Terelú xxxxxxxxxxxxx-
Bueno Que puedo decir del primer capitulo de esta nueva novela tuya??
Lo unico que se me ocurre decir es que ME ENCANTA. Has comenzado con buen pie esta novela y tengo que decir me ha gustado mucho.
Por alguna extra~a razon me encanta Sebastian su aire es tan atrayente y se que el fue el que persiguio a las princesas.
Tambien tengo que decir que no se porque quiero a el chico Nicodemus.
Estoy segura que esta novela sera genial ya empezo super interesante. Se nota que no sera como las demas novelas tuyas que tambien han sido buena.
Espero poder leer pronto el segundo capitulo.
El capitulo ha estado súper interesante.
Tu escribes estupendo y tus novelas son geniales.
La verdad ya quiero leer el próximo capitulo.
Me declaro team Sebastian Von Däniken
Es que el es tan waoo
Me ha encantado el capitulo
Hola Steph al fin saco tiempo para comentar. Bueno ya he terminado de leer este primer capitulo.
Me ha fascinado ha estado genial.
El nuevo personaje Nico me encanta y ni hablar de Sebastian el es ... no tengo palabras.
Estoy segura que esta novela será un exito.
Se que pronto encontrare estas novelas a la venta y tendré la dicha de decir "Yo leí esas novelas cuando apenas estaban por internet"
Luciana me cae estupendo y vaya no me imagino tener 12 hermanas eso seria para mi genial.
Ya quiero seguir leyendo no puedo esperar.
Hola Stephanie
El capitulo me ha gustado, me gusta los cambios en las novelas y esta se nota que esta novela será diferente y me encanta.
Sin contar que me están encantando los nuevos personajes.
Tengo que ser sincera la ciudad violeta me encanta. Somersault es lo máximo.
Bueno pero ahora vienen la pregunta que quería hacerte.
Tengo un enorme dilema.
Me han dicho que escoja una saga de regalo y tengo tres sagas en mi mente y me gustaría que me ayudaras a escoger una.
• Percy Jackson y los dioses del olimpo
• Crónicas Vampiricas
• Cazadores de sombras
No se cual escoger porque las tres me llaman la atención y es Dificil escoger una.
Por favor ayuda
Nunca me voy a cansar de decirte que escribes fantástico, este capitulo me encanto!!
Me encantaron todos los personajes, quiero seguir leyendo para saber que va a pasar!!
Me podes hacer un favor, yo la novela anterior no termine de leerla y no me acuerdo el nombre, entonces no me podes pasar el link para que me la pueda bajar, por favor :D
Besos y cuídate!!
Ohh!!Me ha cautivado por compleo la historia!! Espero que la continúes muy pronto!! ^.^
Steph hola que tal.
El primer capitulo de esta nueva novela me ha encantado.
Me declaro team Nico,
pero Sebastian esta como quiere
Esta nivela me va encantar
Tengo una linda pregunta.
Me gusta mucho escribir y tengo dos novelas finalizadas, pero desde hace un tiempo se me esta haciendo Dificil comenzar una novela.
Tengo las ideas en mi cabeza y tengo planeado el comienzo, pero cuando a la ora de escribir me dispongo hacerlo me frustra y se me hace Dificil comenzar el comienzo.
Mi pregunta es ¿como le hago para que las cosas fluyan?
Gracias
Te pregunto porque tu llevas varios años escribiendo y ya tienes mas de 8 novelas escritas y supongo que debieres pasar por mucho
Genial el capitulo si que ha estado interesante
Escribes estupendamente
Sebastian mi nuevo amor
muy buen capitulo
Me ha resultado interesante este comienzo
Sebastian si que es atractivo
y ese chico nicodemus esta lindo
La novela esta estupenda y eso que apenas comienza. Esta novela será tan diferente y eso me encanta.
Sebastian es tan guapo , pero Nico no se queda atrás.
Ahora veo un triángulo amoroso que me hace preguntar que pasara.
Buen capitulo
El comienzo ha sido muy interesante.
Ya quiero conocer mas de Sebastian
Joder! Simplemente perfecta! Amo la manera en la que escribes, creo que ya me clave con esta historia es definitivo.
Y sabes? tienes razon, esta historia sera diferente a la de las 12 doncellas, puesto que siempre sabes como darle ese toque de misterio!
Y bueno, el chico este ¿Es sebastian? O quien sera al protagonista? Por que segun las descripciones es endemoniadamente sexy y violable!
Ya tengo muchas ganas de leer el próximo capitulo.
Sabes que tus novelas me encanta
Te felicito por tus grandes historias
Tienes una imaginación muy grande y privilegiada
Cuando menos lo pienses serás una escritora joven con muchos libros publicados
Sebastian es muy interesante
¿Te han dicho alguna vez que eres la mejor escritora del mundo?
Pues si lo eres
Tus novelas son las mejores que e leído en mi vida.
sube sube sube sube
Sebastian es guapisimo
Creo que sin duda has empezado excelente el capitulo.
Tus novelas tienen una magia especial que hacen que las leamos sin problema alguno.
Tengo que decir que habe leido los libros Angeles noctambulos, Obsesion, Zunkunft y Cementerio para tramposos me han gustado
Son mis favoritos.
Los otros tambien han sido muy buenos.
Y que decir de Sebastian y Nico son guapisimos.
Tu tienes una especialidad para elegir a chicos guapisimos.
Ya quiero leer mas de esta novela.
ESTABAAA PERDIDAAAAA, LO SE, matame okno hahahaha... He leido todo lo que has publicado, pero no he comentado por que todo lo he hecho desde mi telefono :( Por eso el abandono,pero siempre ando siguiendo el Blog, nunca te libraras de esta fastidiosa haha naaa mentira... Voy a leer y vuelvo a comentar <3 me emociona esta nueva historia, skdjdkd me encanta el nombre, Y LA CANCION QUE PUSISTE EN ESTE CAP, la amo(? gracias a muchas personas que me las han pegado! Espero pronto podemos hacer otra entevista, con preguntas de todos los lectores, para un futuro cercano! Nos leemos en un rato...
Besos
Valen
Tu novela me esta resultando muy buena.
Cada detalle me gusta mucho.
También lo que me llamo la atención para leer esta nueva novela ha sido la portada muy llamativa.
Luciana me esta cayendo bien.
Es un misterio esta novela.
Ya que son 12 princesas y cada una también tienen una historia. Me agrada la trama.
Me encanta esta novela y eso que esto apenas comienza.
Por tu culpa paso oras leyendo tus novelas son una adicion.
No se que decir al respecto, sobre esta novela. Me encanta, me facina, amo a Sebastian.
No puedo creer que los hombres buenos esten en un libro.
Sebastian es tan ...
Y Nicodemus Dios Steph eres muy cruel con tus lectoras. Ahora vemos un trio.
Steph, Te admiro mucho, por tu fuerza, por la forma en como escribes tu manera de pensar. Eres una escritora admirable. Tus novelas siempre tienen un mensaje oculto. Tus protagonistas son tan diferentes y tan identicas a la vez, cada personaje tuyo por mas que su rol sea pequeño siempre son grande como el caso de Miranda y tambien el caso Adrien. Espero que muy pronto tus novelas este en una editorial y yo tenga la forma de poder comprarlas. Porque ten por seguro que las comprare.
El capitulo estuvo genial. Luciana es muy fragil y inteligente y es muy tierna. Su fortaleza todavia sigue oculta.
El capitulo estuvo genial, me encanto esta novela va hacer un exito seguro lo se.
Eres genial
Steph, amo tus novelas de fantasia, misterio, romance, terror, magia en fin todas tus novelas.
Pero seria interesante leer una historia de comedia y romance juntos. Todos humanos cero magia y fantasia. Seria tan cool.
Por cierto amo a Sebastian, es tan perfecto y eso que solo comienza lo bueno ahora.
Es un capitulo realmente bueno.
Ya Lucia se enamoro de Sebastian?
Que cool el sueño.
Sebastian esta bien bueno, para que negarlo??
Muy buen capitulo
Esta novela se nota que va a ser genial.
Me encanta.
La verdad que Sebastian y Nico ya me gusta y
Eso que Apenas esto comienza.
HOLA!!! Dios! Amo como escribes! Eres de lo mejor que he leído en toda mi vida y vaya que leído mucho a mis coros xx años xD! No puedo esperar para leer más!
I'M YOUR FAN!
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P.D:En la parte dónde están los links de otros blogs dice que hay que promocionar tu blog y dejarte el link de nuestro blog beyondliteraturee.blogspot.com yo ya he promocionado tu blog en las pocas páginas que tengo! Please pon el mío :DD! Te lo agradecería mucho!
Luv it! <3 Siguelaa!!!
:D esta I N C R E I B L E!
ya quiero saber que pasara!!!!
LUV UT LUV IT LUV IT!!<3
Hola Steph, estoy muy emocionada con esta nueva novela, como te comenté en mi comentario anterior (en la sinopsis)siento un poco de la Steph con la que me enamoré en sus novelas.
Se ve una historia maravillosa, estoy atrapada y enamorada totalmente de Sebastián, ya se ha robado mi corazón.
Que princesas tan traviesas, mi pregunta es si sólo le dan tres días para decirle al Rey Padre sobre el lugar donde acuden las princesas de noche significa que será una novela corta? ¿Cómo hará Sebastián para alargar el plazo? Me refiero para que él & Luciana puedan desarrolllar su amor... ¿o tendremos un vínculo amoroso con un fastasma? hahahaaha No sé si me expliqué bien espero puedas ayudar a aclarar mi duda.
Estuve recordando que hace tiempo nos diste unas técnicas de seducción, quisiera que nos enseñaras más del tema, y por qué no sobre el ámbito de besar también ;) Enriquécenos con tus conocimientos.
Besitos desde Arg. Celeste.
PD: ¿Has leído la Saga Delirium de Lauren Oliver?
Me ha encantado este primer capitulo
Me ha enganchado completamente
Steph eres la mejor
Steph, espero poder leer pronto el próximo capitulo.
Amo a tu protagonista
estoy loca por Sebastian
Se que el no es igual de bueno que Damien, Joe, Jerry y ninguno de los otros.
Pero aun ASI me gusta
Sebastian y Nico están como quieren los dos. Aquí veo un triángulo.
Esta historia va a estar súper buena
Ya quiero ver la trama.
Estoy que me muero con este primer capitulo. Me encanta esta novela.
Sebastian es atractivo.
Sin duda esta novela estará estupenda
Todas tus novelas tienen una magia oculta. Y esta. novela también será mágica me encanta.
Sebastian es muy lindo pero extraño a Damien
Hola Stephanie, eres una gran escritora. Cada novela tuya me han hecho viajar a mundos distintos los cuales disfruto mucho.
Mucha suerte con esta historia que espero que sea todo un éxito.
Esta historia me gusta
esta muy buena
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